Osvaldo Flores / La Capital
Villa Constitución. - Ni su condición de obispo de Concordia salvó a monseñor Héctor Cardelli del accionar de los amigos de lo ajeno. Desconocidos ingresaron a la cochera de su vivienda -donde recién había llegado para pasar unos días de descanso- y desvalijaron su automóvil. Los cacos se llevaron documentación del coche, el estéreo, la rueda de auxilio y hasta el báculo episcopal, aunque una parte de este cayado la tiraron después a la vuelta del domicilio de Cardelli. "Había llegado a la noche (por el lunes pasado) y después de visitar a mi hermana, que vive aquí a la vuelta, guardé el coche en mi casa y me fui a dormir. Al otro día encontré que me habían llevado todo lo que tenía en el coche. El auto estaba sin llave y en una cochera abierta, que está en el fondo de casa, a unos 25 metros del frente", contó monseñor Cardelli. La casa del obispo de Concordia es una sencilla construcción con frente de madera ubicada en calle García al 3500, en el barrio San Lorenzo de Villa Constitución. Una reja metálica de unos dos metros de altura situada al frente no significó un obstáculo importante para los ladrones, que amparados por la oscuridad y soledad del barrio cumplieron tranquilamente su cometido. Cuando Cardelli quiso salir por la mañana se encontró con la sorpresa que todo lo que tenía en el interior del auto, un Peugeot 405 de color blanco, había desaparecido. Tras seleccionar la documentación que había en la guantera, los ladrones se llevaron la cédula verde del coche, el estéreo, la rueda de auxilio, un equipo de mate y hasta el báculo ministerial (especie de bastón). "Con un destornillador que tenía en la guantera desarmaron el frente del estéreo, así que no rompieron nada en el tablero. Lo que más me dolió fue que se robaron el báculo, un cayado de madera de unos dos metros de largo engarzado en cuatro partes que representa el símbolo pastoral del obispo", señaló el sacerdote, quien durante muchos años estuvo al frente de la parroquia María Madre de la Iglesia en la zona sur de Rosario y fue también en esa ciudad obispo auxiliar. "Al cayado lo había traído de Roma, porque no es algo que se fabrica en serie, no se compra en cualquier lado ni tiene valor de reventa, su valor es sentimental. Dos partes del cayado aparecieron tiradas a la vuelta de casa. El resto, que son dos partes rectas se las llevaron, seguramente para hacer una especie de garrote, o de última para un asadito con la madera", tuvo tiempo para bromear Cardelli. Tras efectuar la denuncia, el obispo de Concordia se entrevistó con el subjefe de la Unidad Regional VI de policía, comisario mayor Abel Sosa. "Si bien no tengo domicilio fijo en esta ciudad, donde vengo esporádicamente a descansar y a visitar a mis hermanos, fui a hablar con las autoridades policiales para llevarle mi propia inquietud y la de otra gente de este barrio, que ha pasado por la misma situación", expresó Cardelli. "Tuvimos una buena charla, pero igual me retiré de la reunión con una sensación de impotencia -añadió-. Me llevo la impresión de que el trabajo de la policía no está completo si no es acompañado por decisiones judiciales acordes, para que los delincuentes no entren por una puerta y salgan por la otra". Cardelli ya padeció antes el accionar de los ladrones en Villa Constitución. "A mi casa, que cuando no estoy queda al cuidado de mi sobrino, ya entraron dos veces en los últimos años. Una vez parece que se enteraron que mi sobrino había vendido una moto y entraron buscando el dinero. Revolvieron todos mis libros y dejaron la casa hecha un desastre. Otra vez entraron y se llevaron una escopeta que era de papá, un radiograbador y otros elementos", recordó. Asimismo, afirmó que estas situaciones no lo sorprenden porque en Concordia, donde reside habitualmente, "la situación delictual es mucho peor", y reflexionó: "Parece como que las instituciones estuvieran desbordadas y a los ciudadanos les dejan la alternativa de hacer justicia por mano propia para defenderse".
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