| | Editorial Una campaña frustrada
| La campaña municipal destinada a separar los residuos orgánicos como vidrio, cartón y metal, no alcanzó los resultados esperados. El programa denominado "Separe utilizando las bolsitas verdes" no prendió entre los rosarinos, quienes pusieron en evidencia un desinterés casi absoluto. El mismo que revelan en otros temas urbanos, como por ejemplo el descuido en el aseo de las veredas o la desaprensión con que llevan a sus mascotas a ensuciar parques y paseos públicos, siempre, eso sí, distantes de su propia casa. No obstante, en el caso de la separación de los residuos, también se escucharon voces críticas a la organización del sistema. Las mismas apuntaron a la escasa diferenciación de las denominadas bolsas verdes que reparten los supermercados que adhirieron a la campaña de las bolsitas comunes, así como a una deficiente distribución de las que entrega la Municipalidad. A este respecto, la mayoría de las personas consultadas opinaron que el reparto de las bolsitas por parte de la Municipalidad fuera de los límites del centro fue en verdad insuficiente. Cerca de un millar de personas recorre la zona del centro revolviendo los desperdicios en busca de materiales reciclables. Una modalidad que también se extiende a todos los barrios. Es, para ellos, el único modo de subsistencia. Si quienes idearon la campaña tuvieron la intención de beneficiar a esos sectores dejados de la mano de Dios, poco contribuyeron a aliviarles su denigrante ocupación. Acaso la falla haya estado en el poco convencimiento de los propios interesados en llevar adelante la campaña, la falta de información sostenida y de propaganda más insistente. Si en algún momento los inspiradores de la nueva modalidad la consideraron útil para evitar los desparramos de basura en aquellos sitios donde todavía no se emplean los contenedores plásticos, aún están a tiempo de relanzar el programa con los ajustes que pudiera demandar. Fundamentalmente, se deberá suministrar información permanente a los vecinos para persuadirlos de las bondades del sistema de reciclaje ya que, definitivamente, de la actitud de la gente dependerá el éxito o fracaso de la gestión emprendida. Y los habitantes de la ciudad deberán poner, por su parte, una mayor cuota de fervor urbano y de interés por los asuntos vecinales. Una ciudad limpia y sana es labor común de autoridades y habitantes. Ojalá todos así lo entendieran.
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