| | cartas Piscinas en edificios
| Llegó el verano y entre muchas cosas a las que apelamos para aliviar el ambiente están las piscinas o piletas de natación. En la mayoría de los casos, los edificios construidos "en altura" disponen de una de ellas. No he leído, ni me han dicho, que exista una disposición o reglamento que establezca las exigencias vitales para que no se conviertan, por el mal uso e ignorancia respecto a su capacidad en el número de usuarios y además, en un sitio que, lejos de divertido, sea un nido de problemas, sobre todo para los niños. Una pileta tipo -y son muchas- carece del filtro de agua, un equipo que haga recircular el líquido para eliminar bacterias o substancias orgánicas, propias de la orina. Se pretende superar el problema con un chorro de hipoclorito (lavandina) o unos granos de alguicidas (permanganato de potasio), generalmente mezclado "a la bartola" por alguien que no tiene noción de la cosa. Por este motivo aparecen otitis, conjuntivitis, piojos y todo lo que pueda imaginar si el agua es bebida. Muchos niños la absorben por la boca y la despiden graciosamente. Si la Municipalidad cuenta con miles de personas -además de los ediles y el mismo intendente que ejerció la medicina y algo conoce acerca de esto- y no dedican unas horas a este tema, será una muestra más de lo mal que nos "manejan". Precisamos ya que se tomen en serio cosas como la comentada. No es una opinión mía que la salud de la gente tiene una importancia relativa. Lo mismo pasa con el control de la venta de comestibles, bebidas, etcétera. Retomando el inicio, es imprescindible un reglamento, como lo hay con los ascensores. Así no es posible continuar. DNI 3.742.832
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