Año CXXXVI
 Nº 49.712
Rosario,
sábado  04 de
enero de 2003
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Silaje: un factor de estabilidad en el tambo
En un planteo de base pastoril es importante volver a tecnologías de insumos antes abandonadas

Miriam Gallardo (*)

La crisis de la lechería nacional de los últimos años ha provocado profundos cambios de actitud en los diferentes actores del sector. A nivel de producción primaria, el desaliento motivado por los bajos precios de la leche y las posibilidades de incursionar en otras actividades altamente rentables y que compiten por el uso del suelo, como el cultivo de la soja, ha dado como resultado una reducción importante en el nivel de la actividad, principalmente en las áreas con suelos de mayor calidad. El cierre de muchos tambos, la reducción de la superficie asignada a la producción de leche y el abandono de muchas prácticas tecnológicas básicas representan la suma de variables que explican la crítica situación productiva actual.
En un estudio realizado para el ejercicio 2000/2001 se analizó una muestra representativa de tambos de la cuenca central Santa Fe/Córdoba, obteniéndose datos referentes a estructura productiva y resultados físicos y económicos. El 50% de los establecimientos encuestados se encontraban con muy bajos niveles de productividad, con serios problemas de sostenibilidad.
Pero si se tiene en cuenta que en la misma encuesta los tambos que obtuvieron los mejores resultados técnico-económicos registraron una productividad promedio de 20 l/ha/VO y de 10.000 litros leche año/ha VT, con buenos niveles de rentabilidad, se pone en evidencia que existe una importante brecha tecnológica (y obviamente gerencial) que será necesario revertir para contribuir a la competitividad del sector.

Tecnologías para la crisis
Por lo tanto, si en muchos establecimientos no se ajustan convenientemente los programas de manejo y uso de los recursos, planificando en consecuencia, es probable que la crítica condición productiva actual se prolongue más de lo debido, al límite de la pérdida de sus sostenibilidades biológicas y económicas, aún mediando un escenario de precios ventajosos. Es indudable que para producir leche con mejores beneficios económicos, más seguros y más estables, la improvisación no tiene cabida.
En primera instancia, es menester avanzar sobre las actividades gerenciales que implican el uso racional y eficiente de los recursos disponibles para la producción, retomando con énfasis las tecnologías básicas de "proceso" (manejo) y algunas teconologías de "insumo" que coyunturalmente fueron dejadas de lado o bien ejecutadas con escaso nivel de eficiencia.
Entre estas prácticas tecnológicas se encuentra la producción de forrajes conservados. Las reservas forrajeras (henos/silajes) no son simplemente un ingrediente más de las dietas sino que constituyen uno de los pilares fundamentales sobre los que se asienta la producción sostenible de leche en las condiciones pastoriles de Argentina.
Es claro que si por un lado la asignación de superficie destinada al tambo tiende a disminuir para dar cabida a la agricultura, y por el otro se intenta continuar con la actividad pero con márgenes de rentabilidad superiores, la producción y utilización de forrajes conservados se transforma en práctica imprescindible del sistema, ya que posibilitará sostener una mayor carga animal, a la vez que preocupar nutrientes esenciales para equilibrar las dietas e incrementar la producción por vaca.

Los silajes
El sistema de producción de leche de tipo pastoril es por naturaleza dinámico, cambiante y de extrema complejidad. La producción de leche y sólidos varía significativamente no sólo entre años, sino también dentro de cada año, según las estaciones. Aún más, en cada estación las variaciones diarias debidas al clima y al manejo suelen ser sustanciales y no es sorprendente que luego de un temporal de lluvias o de días de intenso calor, las productividades caigan en un rango aproximado del 15 al 30%.
En nuestras condiciones, a diferencia del tambo netamente pastoril neocelandés, cuando el sistema de producción de leche se torna altamente dependiente del pasto cosechado por el animal (+ 75% de la dieta promedio anual), estos desequilibrios se magnifican afectando significativamente la eficiencia (productiva y reproductiva) y por consiguiente la rentabilidad de la empresa.
El sistema pastoril "puro" en Argentina no podría representar un modelo de lechería sostenible, debido a sus fuertes limitantes ecológicas para sostener altas cargas animales por hectárea, lo que compromete el aumento de la escala productiva de muchos establecimientos. En este sentido, la utilización de forrajes conservados sobre la base de henos y silajes de altos rendimientos y mayor valor nutritivo representarán una variable de gran impacto para el logro de estas metas.

Un recurso para suplementar
Ha sido ampliamente demostrado que si los henos y /o lo silajes se obtienen a partir de cultivos de altos rendimientos de materia seca digestible y los procesos de conservación que se utilizan son capaces de preservar la calidad (generando escasas pérdidas), el costo de estos alimentos disminuye significativamente, constituyendo la fuente de forraje voluminoso y de nutrientes más barata después de las pasturas.
Durante el otoño e invierno estos recursos permiten sostener la productividad frente a muy escasas disponibilidades de pastura, aportando el volumen de forraje necesario para mantener estable la carga animal.
Bajo las condiciones de producción de la cuenca lechera central de Argentina (Oeste de Santa fe - Este de Córdoba), mediante una adecuada planificación de los recursos forrajeros y siempre apuntando a la obtención de altos rindes/ha de MS digestible, la utilización constante de henos y silajes permitirá mantener una carga anual estable, con relativamente altos niveles de producción por vaca.
En términos generales, durante el período otoño-invernal se puede reemplazar la pastura hasta en un 60% con el uso combinado de heno de alfalfa y silajes, manteniendo una relación costo-beneficio favorable. Para el caso de la suplementación de pasturas restringidas con silajes (maíces o sorgos) de alta calidad (+ 60% digestibilidad ), la respuesta en leche puede ser tan alta como de 1.3:1 (kg de leche producidos por cada kg de MS de silaje consumido), sin considerar además las mejoras en el "estado corporal" de las vacas.
El silaje de maíz con buenas mazorcas (+ 2.3 Mcal/kg MS) por ejemplo, es considerado un alimento de alta eficiencia de conversión en grasa corporal, principalmente cuando se suministra durante el último tercio de la lactancia (período en que las vacas deben recuperar "estado").

Henos en primavera
Sin embargo, el suministro de estos recursos no deberían limitarse únicamente a las épocas de escasez de pasturas, ya que representan una fuente invaluable de "fibra efectiva" para balancear también las pasturas de la primavera y del verano, estabilizando las condiciones del ambiente ruminal e impidiendo las caídas en los niveles de grasa y proteína típicos de la alimentación puramente pastoril.
Se debe recordar que la fibra "efectiva" se encuentra en muy baja concentración en el estrato superior de la pastura (la parte que generalmente selecciona el animal durante el pastoreo) por lo que la fibra proveniente de henos y/o silajes representará el factor de estimulación de la masticación, la rumia y la insalivación y por lo tanto definirá las características del ambiente ruminal tanto para preservar la salud del animal contra el meteorismo espumoso, la acidosis subclínica y los problemas podales, como para una adecuada provisión de nutrientes para la síntesis de leche y reservas corporales.
Uno de los grandes avances tecnológicos en materia de manejo de vacas lecheras deriva del reconocimiento de los requerimientos nutricionales muy especiales del período denominado de "transición" a la lactancia, por su fuerte impacto al resto de la lactancia (efectos residuales). En tal sentido, la utilización de forrajes ensilados de alta calidad como base principal para la formulación de dietas equilibradas destinadas al periparto (42 días alrededor del parto) juega un rol determinante para el logro de lactancias más productivas y persistentes, evitando además los trastornos metabólicos típicos de este estado fisiológico cuando se incurre en desequilibrios nutricionales.
El objetivo claro del negocio, el inventario pormenorizado de los recursos (alimentos: cantidades, calidades; animales y metas productivas, mano de obra; instalaciones, etc.) y la planificación anticipada de las actividades del tambo representan instrumentos del gerenciamiento empresarial que contribuirán a mejorar la competitividad y la eficiencia económica de la empresa lechera regional, incrementando el nivel de resultado operativo de la empresa tambera.
(*) Inta Centro Regional Santa Fe
Estación Experimental Agropecuaria Rafaela



La productividad se recupera apelando a tecnología de proceso.
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