Un árbitro entre dos monstruos

Rodríguez fue testigo de la tregua entre Adrián Suar y Marcelo Tinelli

Miguel Angel Rodríguez fue testigo de la tregua entre Adrián Suar y Marcelo Tinelli, cuando ambos se sumaron a la tira con los personajes episódicos de dos candidatos a árbitro. Según Rodríguez la lucha por el rating que se dio en los últimos meses del año pasado fue parte de las reglas del juego y de la competitividad, algo de lo cual el actor no puede sustraerse.
"Creo en la competencia, y no voy a ser hipócrita: a mí me gusta ganar", contó Rodríguez sobre el encuentro entre Suar y Tinelli. "Gustó lo que estábamos haciendo y queríamos ganar. Pasó con «El profe» y se le ganó aunque tenía un elencazo. Esperábamos la llegada de Marcelo. Yo estuve diez años ahí y sé como se trabaja y que los primeros programas de Marcelo salen y te aplastan. No íbamos a ser la excepción. Bueno, salió, aplastó. Adrián aflojó la tensión y dijo que la tira seguía igual, que no se iba a cambiar nada. Y así fue. En el 90 por ciento del año ganó «Son amores». Este programa dentro de la televisión va a quedar en el recuerdo como una de las grandes comedias y encima en un año difícil y contra un monstruo como Videomatch. Pero no es que me saque el sueño. Tanto Marcelo como Adrián son muy competitivos, pero son muy seguros de lo que hacen y esa seguridad te la transmiten. Marcelo quizás tenga más la responsabilidad de estar primero y ganar porque lo fue muchos años. Es como River y Boca".
Rodríguez también dijo que no trata de medir el éxito sólo por los números. "Por ejemplo, para mí «Polémica en el bar» fue un éxito, un programa que hacía entre 3 y 5 puntos en América, en una mesa que yo me divertí mucho. Para mí fue un éxito porque me imagino que cualquier actor hubiera querido estar en esa mesa, un programa histórico de más de 30 años. Eso vale más allá del número. En el caso de «Son amores», alguien podría haber pensado que la historia de un árbitro y conmigo no duraría y sorprendimos a muchos. Creo que hay fórmulas y momentos también. Llegó en un momento en que la gente se podía sentar con placer a ver algo que le acaricia el alma".