El rumbo descendente en la cotización del dólar enfrentará al gobierno ante una difícil disyuntiva a lo largo del 2003, en la que la necesidad de reactivar el mercado interno chocará inexorablemente con una estructura fiscal basada en las retenciones al comercio exterior.
Quienes consideran auspiciosa la caída de la divisa norteamericana tras la decisión del Banco Central de dejar de intervenir en el segmento minorista y flexibilizar el mercado de cambios, quizás no tengan presente la otra cara de la moneda: la estrategia fiscal del gobierno descansa en la continuidad de una dólar alto.
Para dejarlo en blanco sobre negro, para el año que viene se proyecta que uno de cada cinco pesos que ingresen en conceptos tributarios correspondan a retenciones a las exportaciones. Después del IVA, el recurso más preciado para el Estado, al punto que el año próximo reportará más fondos que el impuesto a las ganancias y casi el doble que los que aporte el impuesto al cheque.
Más allá de las discusiones sobre el carácter de la estructura impositiva -hasta no hace mucho, las retenciones y el impuesto al cheque eran tildados de distorsivos- queda en evidencia que la rentabilidad de los exportadores constituirá como nunca uno de los bienes más preciados para la Afip y la Secretaría de Hacienda.
Con un dólar a 3,60 pesos, las retenciones del 20 por ciento dejaban a los exportadores un dólar real de 2,88, que bajó a 2,80 cuando la cotización quedó en 3,50.
Si persiste la caída del dólar, la exportación dejará de ser un negocio atractivo si se mantienen, además, las retenciones al 20 por ciento. Una solución podría venir de la mano de una rebaja de esos derechos de exportación (por no decir su eliminación lisa y llana), para ponerse a tono con un planeta que, por el contrario, subsidia esas operaciones.
Pero esa hipotética decisión conllevaría una merma en los recursos fiscales. Cada punto porcentual implicaría una pérdida de 684 millones de pesos. A los precios de cierre del jueves, mantener un dólar real de exportación de 2,80 representaría una baja de 1,7 punto en las retenciones. Un escenario poco agradable para Hacienda, ya que significaría una caída en los ingresos proyectados de casi 1.200 millones de pesos.
Una tijera sobre el gasto
El dilema podría resolverse recortando el inmenso gasto improductivo que realiza el Estado en sus tres niveles (nacional, provincial y municipal), una opción que la dirigencia política llegó a tener en cuenta en los primeros meses del 2002 y hasta consideró en uno de los acuerdos con los gobernadores, allá por febrero.
Pasaron diez meses y el tema no volvió a ser tratado, en una clara muestra de cuál es la voluntad política imperante. Ninguno de los principales candidatos presidenciales expresó hasta el momento demasiado interés en reinstalar el debate, con lo que exportadores y consumidores se aprestan a comenzar el 2003 con un dilema a resolver: ¿cuál de los dos sectores será el encargado de pagar la mala administración del Estado?