Argentina 2003. Después del derrumbe político-económico, los pronósticos de analistas y economistas proyectan un crecimiento entre el cero y 3% para el próximo año, con un escenario de incertidumbre como marco y teniendo en cuenta que la base de referencia, el 2002, termina siendo el peor año de la historia económica del país.
Las perspectivas son de un lento repunte en los niveles de producción, pero esta tendencia se centrará en torno a los sectores ligados a la exportación, y otros que empezaron a avanzar en la sustitución de importaciones.
Del consumo interno se espera muy poco, luego del shock producido por la megadevaluación que se produjo tras la salida de la convertibilidad y la inestabilidad institucional. A su vez, la elevada capacidad ociosa y los bajos niveles de inversión previsto por las empresas, difícilmente generará una demanda agregada que permita mitigar el flagelo del desempleo que se ubicó en el 17,8 por ciento, aunque el indicador está matizado por la inclusión de los planes de Jefe y Jefas de Hogar.
Los especialistas en materia económica plantean estimaciones más optimistas y otras más pesimistas sobre la evolución del dólar, pero en promedio se encuentran divididos entre los que vislumbran una moneda estadounidense en torno a los 3,60 pesos, entre los que se incluye al gobierno; y quienes prevén que la divisa debería bajar a niveles de 2,70 pesos durante los próximos doce meses. El fiasco de agoreros y lobbystas en el 2002 sobre una moneda estadounidense a doce pesos e hiperinflación, hizo que la mayoría reservara sus perspectivas apocalípticas para otro momento para evitar tener que tragarse otro sapo.
El año que se deja atrás muestra un freno en la caída y realineamiento de las variables macroeconómicas a partir del segundo semestre. Pero la fenomenal destrucción de riqueza en estos últimos cuatro años (20% del PBI), significa que aún con un crecimiento del 3%, las proyecciones señalan que pasarán otros dos o tres años, cuando menos, para alcanzar niveles similares a los de 1998.
Un antecedente puede ser noviembre, que registró la primer alza interanual del Estimador Mensual Industrial (EMI) que elabora el Instituto de Estadísticas y Censos (Indec) del 0,9%, pero comparado con una base muy baja como fue el mismo mes de 2001. Además, hay que tener en cuenta que la producción industrial sólo representa el 15% del Producto Bruto Interno (PBI).
"En el mejor de los casos, para el 2003 podría esperarse un aumento más definido en la exportación, bajos niveles de inversión y que el consumo crezca levemente respecto de los niveles actuales", destaca el Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (Iaef).
La Fundación Capital considera que "se logró que el escenario de trauma económico caótico descienda en probabilidad de ocurrencia a favor del ordenado"; y grafica: "Con este mejor panorama, existen altas posibilidades que el actual gobierno le deje al próximo una medianera más ancha, de 30 centímetros y no una de 15 que ante cualquier ventarrón corra el riesgo de caer de la cornisa".
Según los economistas, el consumo privado -que representa el 63% de la demanda global-, gracias a la gradual normalización del sistema de pagos es un factor que está ayudando a la estabilización del gasto. La caída del consumo, además de un incremento de los precios superiores al 80%, se había visto afectada por las restricciones en el uso de efectivo y la desaparición de los créditos y compras con tarjetas de crédito.
Al respecto, el Iaef señala que están jugando un rol positivo factores como el "significativo esfuerzo" del sector privado para el ahorro por medio de la reducción de deuda bancaria, que en el caso las familias se traduce en la disminución del stock de deuda hipotecaria, préstamos, etcétera. También la disminución de las tasas de interés, el congelamiento de las cuotas de los servicios públicos, el incremento salarial de suma fija, y el freno a la caída del empleo formal.
De todas formas, el aporte que podría provenir de la inversión en las actuales circunstancias para dinamizar la demanda agregada es poco. El superávit primario de las empresas, antes del pago de deuda, es mantenido extremadamente líquido y tienen prioridad las operaciones financieras de corto plazo, la cancelación de pasivos o alguna operación de compra de oportunidad, a favor del bajo valor de algunos activos.
"Las erogaciones tendientes a aumentar el stock de capital en términos netos están postergadas y sólo se encaran aquellas actividades vinculadas a la tareas de mantenimiento o para evitar algún cuello de botella tecnológico en función de la producción, en aquellos sectores productores de bienes exportables y sustitutivos de importaciones", remarca el informe de Iaef.
Las escasas inversiones de las empresas sumado a un panorama internacional recesivo -con un Estados Unidos que no logra reactivar, Europa que no despega y Japón casi estancado desde hace una década- será difícil que mejore sustancialmente la demanda vía la colocación de productos en mercados externos de forma significativa. Y si bien Brasil dio algunas señales favorables en los últimos meses a pesar del proceso eleccionario, caminará el 2003 por la cuerda floja debido a los compromisos externos en materia de deuda, en particular durante los primeros meses de gobierno de Luis Inacio "Lula" Da Silva.
A modo de ejemplo, las proyecciones optimistas del mercado granario -que representa la mayor parte de las exportaciones- prevén un incremento 2% en las exportaciones para el próximo año.
En principio, los sectores favorecidos por la sustitución de importaciones como la metalmecánica -excluida la industria automotriz-, vidrio, neumáticos, aceites y acero, y algo textiles, seguirían por este camino en el 2003, aunque de manera lenta. La escasas posibilidades de financiación dificultan un despegue más vigoroso. Otro que se suma a la lista es el turismo receptivo.
Las estimaciones para la construcción y los bienes no transables como son los servicios públicos, continúan con un manto de incertidumbre, agravado en el primer caso por la ausencia de una reactivación de la obra pública y la falta de crédito a los privados; y la renegociación de los contratos, en el segundo.
Empleo
Frente a las posibilidades de crecimiento económico, la viabilidad de esto se traduzca en un aumento de la demanda de mano de obra se presenta como más complejo. Las estadísticas publicadas por el Indec el viernes pasado mostraron una caída del desempleo hasta el 17,8% y que una de cada cuatro personas está subempleada. Pero las cifras deberán ser matizadas por la inclusión en las cuentas de los planes de Jefes y Jefas de Hogar distribuidos por todo el territorio nacional, que restó algunos puntos porcentuales a las cifras oficiales.
Sumado los desempleados, los subocupados, los que dejaron de buscar trabajo y el crecimiento vegetativo de la población, resulta que más de la mitad de los argentinos están fuera del sistema laboral formal. Las datos oficiales y privados arrojan que, al menos, se desaceleró la destrucción de puestos de trabajo, y que en los sectores económicos donde se registra una leve demanda, las contrataciones son temporales y en condiciones precarias.
Existen coincidencias entre los especialistas y economistas sobre las dificultades que tiene la Argentina para lograr un modelo económico inclusivo.
El sector primario, como el campo, requiere escasa mano de obra, y en general, desde hace décadas es expulsor de ella. Esto se debió principalmente a las profundas transformaciones tecnológicas y la fuerte concentración de tierras. Por esta razón, más allá del aumento de la producción y exportación para el 2003, poco estaría aportando a las estadísticas el próximo año. Aunque sí estaría frenando la migración interna del campo a la ciudad.
La transformación de ecuación económica que trajo consigo la convertibilidad y la apertura indiscriminada de las barreras arancelarias, llevó a que durante los noventa el predominio en la creación de puestos laborales sea en el sector terciario, hoy los máximos expulsores de mano de obra.
Algunos empresarios industriales esgrimen como dificultad añadida a la enorme capacidad ociosa, los problemas de muchas personas para readecuar sus labores, antes enfocadas en los servicios. Quienes han mostrado una leve demanda de trabajadores son los rubros relacionados con la sustitución de importaciones.
El escenario 2003 tiene otros condimentos adicionales. La postergación de la Corte Suprema sobre la redolarización o no de los depósitos atrapados en el corralón, que complica el establecimiento de un régimen monetario y cambiario confiable. También el cierre de las prolongadas negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Materias pendientes
En este sentido, el gobierno nacional tiene frente a sí una abultada carpeta con problemas a resolver, que en mayor o menor medida, influirán de lleno en la actividad económica del país: rediseño del régimen financiero, administración del proceso de normalización de los depósitos (Cedros, amparos, redolarización, compensación a los bancos); eliminación o mantenimiento de las restricciones a los movimientos de capitales; renegociación de la deuda pública con organismos financieros internacionales y privados; renegociación de contratos con las empresas privatizadas; reestablecimiento de la moneda -incluida una definición sobre las cuasimonedas-; la presión de algunos sectores debido a la diferencia entre la evolución de los precios minoristas y mayoristas; acuerdos fiscales entre Nación y provincias; y arduas negociaciones en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC), tratado de libre comercio de las Américas (Alca), Mercosur y Unión Europea.
Todo esto habrá que aderezarlo con un proceso electoral en todos los niveles estaduales que prometen una batalla política de proporciones. Mientras tanto, todas las decisiones caminan bajo el eslogan de "temporario" o "esto lo deberá resolver el próximo presidente".