El hecho de convivir frente a una nueva cultura y tener que habituarse a ciertas costumbres, muy desconocidas por cierto, muchas veces puede actuar como un factor negativo en pleno proceso de evolución. Y algo similar a eso le sucedió a Marcos Charras apenas pisó suelo búlgaro. Pero merced a su enorme voluntad en pos de crecer como persona y como profesional, se las ingenió para adaptarse en un mundo que, a priori, le era indiferente. -¿Aprendiste algo del idioma? -No, para nada. Es muy difícil y cerrado. -¿Y cómo hacías para comunicarte? -Tuve la suerte de que tanto el técnico como su ayudante jugaron en Portugal y aprendieron el idioma, entonces me decían las cosas en portugués. Además tengo dos compañeros brasileños y otros tantos portugueses, así que no había tantos problemas para hablar entre nosotros. Después aprendí algunas cosas, mejor dicho lo básico dentro de una cancha, como "salimos" u otras cosas que estén relacionadas con el fútbol. -Alguien dijo que en un partido tenías dos pares de medias y una bolsa de nylon e igual no sentías los pies cuando le pegabas a la pelota. -Sí, era terrible. Tenía todo como dormido. La verdad es que si me pongo a analizar todo lo que pasé en estos meses, me sorprende demasiado. -¿Qué imagen tienen ellos del pueblo argentino? -Desgraciadamente mala. Más que nada porque las imágenes que llegan no son las mejores. No muestran los diferentes paisajes o lugares turísticos sino la desocupación, los incidentes cuando hacen una marcha y últimamente se veía la desnutrición que hay en Tucumán. Por más que uno les diga que eso pasa por culpa de los malos políticos, quien podrá borrar todo eso.
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