Mariano Bereznicki / La Capital
Cuando emite algunas palabras que están relacionadas a su experiencia por el fútbol de Bulgaria, hasta el más inocente puede percatarse de que pagó en carne propia el precio del desarraigo. Es que cuando Marcos Charras dejó en julio último las inferiores de Central para emigrar al poderoso CSKA, lo hizo con muchas ilusiones. Y fueron esos mismos sueños y por qué no necesidad de pibe de barrio lo que hizo posible que se mantenga de pie. Porque por dentro se veía con la obligación de buscar un futuro mejor. Y no sólo en lo individual. Sino para el de su familia también. Y después de cinco meses de estar lejos de los suyos, hoy está nuevamente por el pago. La excusa fue la selección Sub 20. Pero el motivo es el calor humano que le brindan en la remodelada y pintoresca casa enclavada en barrio Acindar. A pesar del escaso tiempo que tiene que para estar con sus seres íntimos, Marcos se hizo un espacio y le abrió las puertas a Ovacion para dialogar acerca de esta vivencia que lo que tuvo como su principal protagonista. -¿La adaptación te costó más de lo que creías? -Sí, sobre todo durante los primeros dos meses. Ese tiempo fue terrible. Pero por suerte después llegaron mi viejo y mi hermano, quien también está jugando allá, y mi novia. Ellos me ayudaron a salir adelante. -¿Qué fue lo primero que sentiste cuando llegaste a Bulgaria? -Una ansiedad bárbara porque quería saber de qué se trataba todo esto, ya que comenzaba una nueva etapa en mi vida. Recuerdo que cuando arribé al aeropuerto y me encontré con que había un montón de hinchas y medios de comunicación esperándome, no lo podía creer. -¿Qué cosas te pasaban por la cabeza cuando ibas rumbo a un país desconocido? -En todo lo que dejaba acá. Mi familia, mis amigos, mis costumbres. Sentía una gran alegría por un lado, más que nada porque pensaba en que iba a poder a ayudar a mis padres, pero a la vez una tristeza muy grande. No fue fácil decir "Me voy". -¿Cómo definirías el fútbol búlgaro? -Es una mezcla del alemán y del inglés. Se juega muy rápido y se tiran muchos centros. -¿Qué fue lo que más extrañaste en este tiempo? -Todo. Necesitaba sentirme cerca de mis seres queridos. Por eso me metía en la computadora y chateaba con mi familia y amigos todos los días. Estando solo entendí a muchos chicos que se fueron a Europa jóvenes y se pegaron la vuelta porque no aguantaron. Es más, en un momento hasta se me cruzó por la cabeza volver. -Y cuando te pasaba esto, ¿no te daba más bronca haberte ido de Central sin que te dieran la oportunidad de mostrarte? -Sí. Porque mi sueño era debutar en Central. Mucha gente me apoyó para que jugara ahí y mis viejos hicieron muchos esfuerzos para poder mandarme a las prácticas, comprar los botines y muchas cosas más. Cómo no te va dar bronca cuando mirás hacia atrás y ves todo lo que pasó. -¿Le guardás rencor a Menotti, ya que fue él quien dejó de lado a los chicos que estaban en un gran nivel y encima en el Sub 20? -Al él no. Pero sí a otras personas que prefiero no mencionarlas. -¿Seguías a Central? -Sí, siempre. Vía internet sabía todo lo que pasaba. Aunque al final terminamos sufriendo un poquito. -Aunque a la distancia se debe sufrir mucho más. -No te creas. Sufría más cuando iba a la cancha que estando allá. Lo que pasa es que te enterás mucho más tarde de cómo salió, entonces lo tomás de otra manera. -¿Se salva del descenso? -Por supuesto, si tiene un muy buen plantel como para hacerlo. -¿Qué vas a pedir para Navidad? -Que pueda haber una Argentina mejor. Y después salud para toda mi familia y amigos. -¿Y una posible transferencia a España o Francia como se comenta? -(Risas) Por ahora pienso en hacer bien las cosas en el CSKA. Y después, si aparece algo, seguro que mi representante me lo va a comunicar. Pero la verdad es que no me desespero por eso. Todavía soy chico y me falta aprender muchas cosas más como para jugar en esos países.
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