"Lo que sobra es dinero para proyectos, lo que faltan son proyectos buenos, y cuando se los encuentra lo que faltan son implementadores". Así de claro se mostró Sergio Postigo, titular de la cátedra entrepreneurship de la Universidad de San Andrés, sobre las posibilidades que existen hoy en la Argentina para los emprendedores locales. -¿Qué moviliza a un emprendedor? -Dentro de las diez causas por las que alguien comienza un proyecto, el lucro está en el octavo puesto. Antes está el sentido de autorrealización personal, ser su propio jefe. Los emprendedores ponen el proyecto por delante de los recursos. -¿Cuántos de estos proyectos se cumplen? -Argentina no escapa a los promedios a nivel mundial: de cada diez proyectos, el 50% cierra en el primer año, de los que quedan el 80% cierra en los cinco años siguientes, al sexto año sólo uno sobrevive, y no importa en que economía está inmerso el proyecto. Y esto es porque hay muchos emprendedores y otros tanto que no lo son. Como agravante, en Argentina se castiga muy duramente el fracaso. Y en general, un emprendedor fracasó dos o tres veces antes de tener éxito. Los emprendedores son tenaces, no tercos. -Se destaca la creatividad de los argentinos, pero se suele poner en tela de juicio los procesos de cómo se llega a ese objetivo. -El 99% de un proyecto es trabajo, el 1% es la idea. En Argentina somos muy malos implementando y también existen muchos problemas para hacerlo. Vencer todos los problemas burocráticos hace que tengamos fantásticas charlas respecto a ideas brillantes, pero existe una clara diferencia entre una idea, una oportunidad y un negocio. Una idea buena la tiene cualquiera, a una oportunidad no la ven muchos, pero de ahí a implementarla existe un paso muy largo. Los verdaderos emprendedores son implementadores. -¿Existen diferencias entre un emprendedor de Capital Federal y de otras partes del país? -En el interior hay mayor cantidad de ideas pero mayores prejuicios para ponerlas en marcha, porque las sociedades son más conservadoras. Sin embargo, es positiva la existencia de redes de contactos más fuerte y basadas en la confianza, lo cual suele permitir un acceso más fácil a los recursos que en Buenos Aires. -¿Una diferencia con otros países puede ser la aversión al riesgo de aquellos a quienes el emprendedor busca para financiar proyectos? -No existe una cultura del capital de riesgo. Básicamente la fuente de financiamiento de un emprendedor que se inicia son su familia, amigos y algún tonto que está caminando por allí: el 70% comienza con recursos propios. -¿Qué deberían tener en cuenta los jóvenes emprendedores? -Número uno, no dejarse vencer por los primeros obstáculos. Lo más importante es poner la idea en marcha y para ello es bueno conocer historias de emprendedores, incluido los fracasos, para analizar cómo salieron adelante. Y después buscar alguien que dé un respaldo. -¿Falta apoyo de gobiernos y empresarios para incentivar a los emprendedores? -El gobierno debe recrear el entorno necesario. Existe un montón de información que los emprendedores desconocen. ¿No sé por qué nadie se entera de las líneas de crédito o de los lugares que brindan apoyo financiero y logístico? Muchos proyectos no necesitan dinero, sólo contactos. Los empresarios se deberían acercar más a los emprendedores jóvenes, porque tienen mucha experiencia para transmitir. Lo que sobra es dinero para proyectos y lo que faltan son buenos proyectos. Cuando se los encuentra, hace falta quien los implemente. Te sorprendería saber el dinero que hay dando vuelta. Creo que hay un inversor determinado para un emprendedor determinado, lo que hacen falta son contactos.
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