Sergio Faletto / La Capital
Capital Federal (enviado especial). - El orgullo canalla y el potencial xeneize juegan por algo más que tres puntos. Central va por un resultado que le permita concluir el año con mayor alivio. Boca por una victoria que alimente la quimera de un partido desempate por el título con Independiente, la que sólo se convertirá en realidad si San Lorenzo supera al líder. El telón del Apertura se apresta a bajar. Pero todavía falta el último capítulo de la obra. En el que centralistas y boquenses jugarán el remanente de las energías porque tienen ambiciones. Unos por el promedio. Otros por el campeonato. La última jornada de un torneo repite el envoltorio de siempre cuando quedan cosas por definir. La palabra incentivación es el adorno mediático que acompaña la conclusión de un campeonato. Y en este juego de dimes y diretes, de sospechas sin pruebas y de conjeturas sin sustentos, Central llega en silencio. En los medios porteños su nombre pasa inadvertido. Todos hablan de Independiente, Boca y San Lorenzo. Como si el encuentro fuera apenas un mero trámite para los de la ribera. Y esto, lejos de ofender, fortaleció el espíritu de lucha en el plantel canalla, que ayer en esta ciudad se mostró con temple y confianza para luchar un compromiso al que lo dan como un invitado de ocasión y no como otro de los jueces. Miguel Angel Russo ya lo anticipó durante la semana: "Respetamos a Boca, pero no le tenemos miedo". Y el miércoles pasado se enfadó cuando un cronista televisivo calificó a Central como "partenaire". El técnico salió al cruce de la consulta y dejó sentado que su equipo no es sparring de nadie y que esta tarde saldrá a jugar con el claro objetivo de sumar. Este pensamiento ya está grabado a fuego en sus dirigidos, quienes saben que la derrota es una de las posibilidades, pero no un final anticipado. "Los partidos hay que jugarlos", reiteraron en la previa los integrantes de la delegación de Arroyito en Buenos Aires. Ahora hay que comprobar la hidalguía de los futbolistas canallas en el trámite mismo del partido. Un equipo que por su mixtura de juventud y experiencia rendirá un difícil examen. Varios de ellos jugarán su primer cotejo en este estadio emblemático (ver aparte). En el que otros querrán ratificar su jerarquía para salir airosos de complicadas pruebas. Todos en pos de un objetivo común: sumar al menos un punto para otorgarle mayor paz a su gente. Paz que comenzó a cimentarse con la victoria frente a Banfield, luego de que el conjunto de Russo lograra una combinación saludable de juego, inteligencia y actitud para manejar un encuentro que no era de fácil resolución. No obstante enfrente estará Boca. El siempre peligroso Boca. Que por pasado y presente reviste jerarquía. Y convierte a su estadio en una fortaleza difícil de vulnerar. Y más en esta situación, la que transita con la bronca por haber dejado escapar el pasado domingo una inmejorable ocasión para arrebatarle el título al puntero Independiente. Fastidio que tratará de descargar con una actuación convincente y arrolladora frente a su público, el que estará mirando la Bombonera y escuchando los ruidos del Nuevo Gasómetro. Central apuesta a su amor propio para terminar sumando en la ribera porteña. Boca busca un pleno con su triunfo y con la derrota de Independiente. Central llega como punto. Boca es banca. Pero así en el fútbol como en la ruleta, el juego es imprevisible. Aunque los mercaderes incentiven lo contrario.
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