Alejandro Cachari / La Capital
"Siempre tengo la misma sensación, son templos. Pisar la cancha de Boca es lo mismo que entrar al Maracaná, al Monumental, al Giusseppe Meazza, Wembley, el Camp Nou, el Bernabeu. Son estadios que me tocó pisar como técnico y como jugador y es completamente distinto a todo. Boca es igual, son templos". La referencia de Miguel Angel Russo no ayuda demasiado a la tranquilidad de los que se relacionarán por primera vez con la Bombonera, pero no hace más que pintar acabadamente las sensaciones que generan los estadios con historias de hazañas, vueltas olímpicas y tribunas llenas. Central tendrá 5 debutantes -casi 6- esta tarde en la Bombonera. Ese es el tema en cuestión. Una cuestión nada soslayable. Leonardo Talamonti, Ramiro Fassi, Paulo Ferrari, Emiliano Papa y Luciano Figueroa tendrán su primera vez en la Boca. César Delgado casi. Jugó 7 minutos cuando el técnico era Juan José López tras reemplazar a Diego Erroz. No es poco, ni un dato menor. Más de medio equipo canalla estará haciendo sus primeros palotes en una de las canchas más difíciles del fútbol argentino; quizás la más emblemática. "Es un condimento extra", dice Russo, "que te obliga a hablar mucho con ellos. Siempre hay una primera vez para todo y siempre son muchos chicos porque así es Central. No está mal, ojalá me hubiera tocado debutar en la cancha de Boca con 40.000 personas. Si se logra disfrutar de estos momentos y marcos ideales es muy bueno. Presiones hay siempre", confesó el DT auriazul. Para Russo la motivación es "la aliada" que tendrán los juveniles cuando Oscar Sequeira pite el inicio del encuentro. "Lo peor que te puede pasar es que la presión te lleve a tener pánico escénico. Pero creo que todos pasamos por eso, nadie está exento. Tendremos que ayudarlos", aporta el entrenador mientras recuerda que debutó en la Boca jugando por Estudiantes de La Plata un día por la noche de 1976 y empató 2 a 2. La inconsciencia puede tomarse como un aspecto a favor o en contra de los debutantes. Depende del lugar de la mente para el cual se dispare. "Sería bueno que fueran totalmente inconscientes. Vamos a ver si los dopamos o algo así", bromea Russo antes de ponerse serio y reconocer que "la inconsciencia trae aparejada una sustracción de la realidad, que en este caso es muy clara. Es Central peleando para sumar en la cancha de Boca con un escenario importante y jugando un final de torneo". Es el final. O el principio. A medida que se acerque la hora del partido Russo deberá trabajar como el mejor de los psicólogos para que la motivación y la inconsciencia destruyan al pánico escénico y le den paso a la realidad. La misma que deberá nutrir a los canallitas del temperamento mínimo imprescindible para afrontar la última fecha en el templo enclavado en el corazón de la Boca.
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