Fabiana Monti / La Capital
Reconocen que el rol del docente universitario ha sido desvalorizado pero siguen "queriendo" a la universidad pública porque sienten que forman parte y no son sólo empleados. A pesar de la heterogeneidad de las distintas facultades, el discurso se unifica a la hora de defenderla y coinciden en que se sostiene en base de mucha voluntad e imaginación. Admiten cierta "pasividad" hacia adentro y que las carencias presupuestarias suelen desviar el eje de las discusiones en cuanto a un proyecto concreto. Aspiran a que la carrera docente sea una realidad y no una mera figura. Difieren en cómo encarar una estrategia que permita sostener la educación superior pública y adecuarla a la realidad del país y afirman que las necesidades cotidianas van por un lado y la lucha gremial en otro sentido. Cinco docentes de distintas facultades de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y la Facultad Regional Rosario de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), contaron su testimonio a La Capital, acerca de cómo viven la educación pública superior y a qué aspiran. Los docentes entrevistados tienen entre diez y veinte años de actividad académica en distintas disciplinas y afirman haber pasado por muchas instancias en la vida institucional de la universidad. Todos coinciden en que el deterioro fue paulatino y que están asistiendo a uno de sus peores momentos ya que no existe un política educativa que contemple un proyecto para la misma y que desde afuera está siendo orquestado un plan con intereses políticos y económicos para destruirla. De todos modos, también señalan que el autismo y la falta de consenso hacia adentro contribuyen a consolidarlo. "Es el último bastión del pensamiento libre sobre el cual, el modelo neoliberal está intentando dar una última vuelta de tuerca", sostuvo Claudia Nigro, jefa de trabajos prácticos de la Facultad de Veterinarias de Casilda "Si nos centramos en la relación de lo económico y el proyecto que debe ofrecer, la universidad argentina no lo tiene, porque se lo impone el ministerio o el gobierno de turno. La autonomía desde que yo recuerdo no tiene valor positivo sino más bien declarativo y negativo", disparó Luis Baggiolini, titular de cátedra en la Escuela de Comunicación Social de la UNR. "Es cada vez mayor el voluntarismo para seguir y menor el apoyo institucional para las actividades, las tareas de investigación, el trabajo con los alumnos", indicó Ana Druker, docente de la Facultad de Ingeniería de la UNR. "Tenemos las exigencias de Cambridge y los sueldos de una republiqueta bananera", metaforizó Claudia Nigro. Uno de los puntos que más cuestionan es la obligación de realizar posgrados sin apoyo institucional, "costeándolos de los propios bolsillos" y sin que se traduzca en una mejora en el lugar académico. En rigor, si bien cada facultad decide la realización de concursos, la mayor parte de los cargos son interinos y los recorte al presupuesto impide la creación de nuevos puestos. "Esa capacitación no se traduce en carrera docente que fue algo que costó mucho lograr para terminar con ese sistema perverso de concursos cada 15 años", indicó Druker. En ese sentido, Luis Baggiolini, reconoce que si bien es un punto difícil de resolver es un problema central ya que crecer en términos de dedicación significa mayor puntaje y por ende mayor dinero. También explicó que mucha gente que se va a estudiar al exterior con programas como el Fomec, cuando terminan no quieren volver y ese dinero que se invirtió no es redituable. Los docentes entrevistados coincidieron en que cada vez se hace más difícil vivir de la docencia universitaria y reconocen que los que peor la pasan son los que tienen cargos simples ya que deben tener varios para sobrevivir con la multiplicación de responsabilidades que eso implica. Las opiniones se dividen a la hora de analizar las implicancias de lo económico por sobre lo académico. Para algunos a pesar de que se gana menos el nivel de capacitación es mayor mientras que para otros, los recortes se traducen en "miseria intelectual". En lo que sí están de acuerdo es en que al no haber una política coherente al respecto, el nivel académico se sostiene en los esfuerzos de grupos de investigación o desde las mismas cátedras que generan propuestas más bien individuales, lo que provoca disputas de poder por los escasos recursos y las alianzas para obtenerlos. "Se le da más importancia al investigador que al docente y eso provoca que muchos profesores eyecten gente de la universidad", explicó Magdalena Alliau, jefade trabajos prácticos en la Facultad de Humanidades de la UNR y agregó: "Se da la ley de Darwin, donde sobrevive el más fuerte". "La institución no toma partido ni por la formación de profesionales ni por fomentar la investigación, entonces los grupos que se han posicionado mejor ponen empeño en su propia carrera científica en desmedro de otras actividades como el aula y los alumnos", indicó Druker. De todos modos destacan que el esfuerzo que se hace es mucho aunque admiten que las manipulaciones políticas van en contra de lo académico. Luis Montoya, docente de las carreras de ingeniería de la UTN recalcó la gran improvisación con la que se trabaja y que muchas veces se apunta al esfuerzo de cada facultad para sustentar cuestiones básicas como el pago de servicios o de sueldos. No obstante, siguen encontrando satisfacción en lo que hacen.“Lo que me impulsa a seguir son los resultados de los alumnos. Las gratificaciones que he recibido, cuando se los encuentran desarrollando la profesión y me preguntan qué pueden aportar", sintetizó Druker.
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