Laura Vilche / La Capital
Hay crisis típicas de la adolescencia, pero también hay aspectos de los adolescentes que la actual crisis ha exacerbado. Esto sostiene la psicoanalista y coordinadora del Instituto de Adolescencia del Colegio de Psicólogos, Cecilia Pedro, cuando lee los resultados de la encuesta del Foro Regional. A ella los datos no le sorprenden, pero le preocupan. Porque sostiene que la apatía, el pesimismo sobre el futuro y la esquiva mirada al esfuerzo y el sacrificio por parte de los jóvenes, son cualidades que también viven hoy por hoy los adultos, sobre los que no duda: "Han adolecido con esta crisis como toda la sociedad". -¿Qué significa que sea la escuela la única institución donde mayoritariamente se socializan los adolescentes? -Es reflejo de que para ellos todo lo que significa autoridad está desprestigiado. La Justicia, la Iglesia, la policía. No queda institución en pie y si bien esto también les ocurre a los adultos, en el caso de los adolescentes es más preocupante. Porque esta edad es de plena formación subjetiva, esto involucra a su psiquismo, sexualidad, valores y futuro. Es un momento de crisis en el que si tambalea la autoridad, que no es lo mismo que autoritarismo, les tambalea todo. Necesitan referencias claras y firmes de parte de sus padres y su entorno para elegir y pensar qué quieren hacer de aquí en más. Con un marco de referencia sólido, ya sea de las instituciones que los rodean o de sus padres, el adolescente tiene un espejo donde mirarse. Pero esto indica que carecen de ese espejo. -¿Es un peso para la escuela ser el único lugar de socialización? -Por supuesto. Primero que la escuela es obligatoria, por eso van; si no, no sé qué pasaría. Pero además, la institución escolar tampoco atraviesa las mejores condiciones para hacerse cargo de toda la problemática adolescente. Ni los docentes ni los preceptores están preparados para contener a un joven que está abúlico o tiene problemas en su familia. -¿Que vean el futuro con pesimismo es típico de la edad o de estos tiempos? -El adolescente tiene mucha energía, creatividad e idealismo. Por eso, que estén chatos y aplastados tiene indudablemente que ver con el momento social y económico que se vive. Antes también les pasaba que no sabían qué hacer de sus vidas, pero tenían idea de que la cosa iba a pasar por estudiar o trabajar. Al menos eso les decían los mayores. Ahora, si tienen un padre profesional, ven que no trabaja de lo que estudió y piensan: "¿Para qué estudio si me espera esto?" -¿Cuál es la salida si como demuestra la encuesta la cosa tampoco pasa por ir al club como antes? -Es que el club ya no es nada barato. Y además, creo que en esto hay en juego cuestiones de moda, típico de esta edad en la que se mueven en grupo y se copian desde el tatuaje hasta la forma de hablar, porque así se sienten más contenidos. Antes el club era una costumbre para esa clase media que, a la vez, veía con malos ojos ir al río. Eso era cosa de "gronchos". Ahora, los chicos van al río, a la plaza, a la vereda, pero no a la del barrio, sino a la del centro. Se sientan allí y toman, fuman, se dejan estar, se desparraman. Es una característica del adolescente esto de dejar pasar el tiempo y hasta de deprimirse por momentos. Pero hoy eso está exacerbado. -¿Que se prolongue esa abulia es un síntoma de la prolongación de la adolescencia a la que tanto se alude? -Posiblemente. La adolescencia se prolonga más allá de los 30 años. Uno atiende en la clínica a adultos adolescentes que aún casados y con hijos no pueden separarse de sus padres en el sentido de que no pueden tomar decisiones propias. -¿Por qué cree que no les atrae militar en los centros de estudiantes? -Por el desprestigio hacia los partidos políticos y por el resultado de una historia vivida en nuestro país. Acá, durante la dictadura y hasta hace pocos años se vivió con terror, y el terror pulverizó los lazos sociales, provocó quietud, miedo. A ellos el miedo los paraliza y encima le tienen fobia a la corrupción, a la que ven relacionada con la clase política, y dicen, según la encuesta, que no quieren ocupar cargos públicos en el futuro. Esto es alarmante. -No sólo no quieren gobernar, sino que directamente se quieren ir del país. -Bueno, esto también les pasa a los adultos. Y creo que en algún punto es ilusorio y habla de cierto facilismo. Las cosas no están fáciles, eso es claro, pero hay que demostrarles a los jóvenes que nada se consigue, en ningún momento de la vida, sin sacrificio y sin esfuerzo. -Apatía, futuro negro, esquivar el esfuerzo. ¿Qué se hace con los jóvenes? -Los adultos deben empezar a pensar qué hacen ellos mismos con sus vidas porque, en rigor, muchas de estas cualidades son propias de los mayores. Si el chico ve que a pesar de todo el padre sigue luchando, busca otras alternativas y tiene esperanzas. -¿Se puede seguir sosteniendo que los adolescentes son el futuro? -Sí. Que estén abúlicos a mí me preocupa, pero no me asombra. Me preocupa más que los adultos también lo estén: desorientados, desocupados, en crisis familiar o de pareja. El adulto está buscando su horizonte casi como un adolescente porque, sin dudas, la sociedad ha adolecido con esta crisis. Hay que empezar a cambiar las cosas también con los mayores.
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