Año CXXXV
 Nº 49.658
Rosario,
domingo  10 de
noviembre de 2002
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Newell's en Buenos Aires
La lluvia lo mandó a Palermo
El plantel iba a practicar en el estadio de Deportivo Español, pero debió cambiar de escenario

"Máxima concentración", pide el Bambino y sin dudas que esto es así en la jornada previa al encuentro ante Estudiantes. Ya instalados en Capital Federal, los rojinegros pasan las horas a pleno descanso. No hay actividades que permitan olvidar el gran objetivo y eso se nota claramente en la tranquilidad del hotel donde se concentran desde la noche del viernes, cuando una lluvia torrencial los recibió al llegar al Howard Jhonson.
Una vez en las habitaciones comenzó la rutina. Cena, un par de horas libres y descanso hasta las 9. Media hora después desayuno obligatorio para estar a las 10 subidos al interno 214 de la empresa General Urquiza que los llevó hasta los bosques de Palermo, el lugar elegido para estirar las piernas porque la lluvia no permitió que el plantel trabajara en la cancha de Español, como estaba previsto.
Y Ovacion salió a buscarlos. La primera recorrida por avenida del Libertador y por Figueroa Alcorta fue sin éxito. Es más, hubo que dar una segunda mirada para encontrarlos. "Ya está", fue la sensación de este cronista y del fotógrafo-chofer, pero ¿cómo llegar a ellos? Había que girar, pero la señalización de que estaba prohibido hacerlo estaba trescientos metros atrás, dijo después el vigilante (perdón, el policía de tránsito) que provocó una demora de 15 minutos sin sentido. Encima, no sabía cómo explicar el camino para llegar al destino fijado. Pero no importó, igual se llegó.
Al pie de la estatua del general Martín Miguel de Güemes, los utileros Pablo Testa y Pancho Aquilano habían armado la cancha de fútbol-tenis en la que el equipo compuesto por Rosales, Belluschi, Adinolfi, Ré y Sacripanti gozó por el triunfo al de Manso, Crosa, Domínguez, Vella y Domizi; mientras que Passet y Palos se movían junto a Pogany, y los seis candidatos al banco de suplentes (Villar, Grech, Fondato, Rodas, Ruiz y Marino) jugaban en otro sector. Sólo una hora duraron los movimientos y la lluviecita ni siquiera llegó a mojar.
Otra vez al micro y a esperar el almuerzo. La siesta o descanso en las habitaciones hasta las 17 cuando la merienda sirvió para esperar la serie continuada de partidos de primera, sólo interrumpida por la cena servida a las 21.
¿El Bambino? Siempre pegado al televisor sin perder detalles y anotando los datos salientes para tener en cuenta, sobre todo de los próximos rivales de la lepra. Primero en su habitación, después en el comedor y finalmente en la soledad de su cuarto.
¿El plantel? Dos horas libres para moverse en los alrededores del hotel tras la cena y otra vez a descansar. Dos jugadores por habitación: Crosa-Ruiz, Vella-Domínguez, Domizi-Sacripanti, Manso-Passet, Palos-Adinolfi, Rosales-Belluschi, Grech-Marino, Ré-Villar, Rodas-Fondato, y a soñar con una victoria en el estadio pincha. ¿Sueño nada más? Esta tarde se verá.


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