Año CXXXV
 Nº 49.657
Rosario,
sábado  09 de
noviembre de 2002
Min 14º
Máx 22º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Opinión: Un jugador de alto vuelo

Moisés Llorens (*)

Maxi Rodríguez. ¿Qué decir de La Fiera? Poca cosa que ustedes no sepan. Si les digo que arrea fuerte a la pelota no lo descubro. Si comento que le gusta jugar en punta, no aporto nada y si escribo que es disciplinado, agarran el artículo y pasan de página.
Supongo que a ustedes, los seguidores de su fútbol en Rosario, les gustará leer que a su chico las cosas le van de maravilla. Está plenamente integrado a la disciplina de su nuevo club. Es atento con todo el mundo y no se le ha subido a la cabeza el ser el fichaje más caro de la historia de Espanyol.
Recuerdo la primera vez que lo vi. Fue en Madrid. El llegaba de Buenos Aires y tenía que hacer escala técnica en la capital de España. Andaba cansado. Venía acompañado de Rubén Yaccopino, vice de Newell's, y de Matías, uno de los chicos de IMG en Argentina, empresa que lo representa. Tenía que pasar el reconocimiento médico y firmar los últimos trámites.
Era mayo y comenzaba a hacer calor en nuestro país.
De Maxi les puedo decir que ama a Newell's y a su Rosario natal con todas las fuerzas de su corazón. Lo adora. Siempre va comentando lo que han hecho sus ex compañeros. Lo lleva en su interior. Seguro. Le irrita que bromees de los leprosos y si por él fuera ya habría ido a verlo en más de una ocasión esta temporada.
Está aprendiendo a sufrir. Espanyol no arrancó muy bien en el campeonato, pero Maxi ha sabido mantener su puesto en el equipo. Crack. Eso es lo que es. La gente le para por la calle y le pide su firma. Los niños pericos (así es como se conoce a los seguidores de Espanyol) desean verle de cerca.
Saben que no siempre tendrán la posibilidad de ver de cerca a un campeón del mundo Sub 20 en su equipo, y ahora aprovechan el momento. Muere porque llegue la Navidad. Entonces, acompañado de su bella Gabriela y de su madre, Claudia, el chico acudirá a visitarles.
Ansía ver a sus abuelos, a sus primos (Sergio, los mellizos, de los que se siente muy orgulloso, ya que salieron campeones) y a todos sus amigos. A todos. Dentro de su timidez, el chico siempre deja caer algún comentario sobre ellos. No los olvida. Maxi está bien, ha crecido, pero sigue rugiendo como lo que es: La Fiera.

(*) Redactor del diario AS de Barcelona


Notas relacionadas
"Sigo a Newell's todos los días por internet"
Maxi Rodríguez habló sobre su adaptación en Espanyol de Barcelona
Ese sueño llamado selección
"Acá todo parece más profesional"
Diario La Capital todos los derechos reservados