Año CXXXV
 Nº 49.656
Rosario,
viernes  08 de
noviembre de 2002
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Carrió dio cátedra ante estudiantes universitarios
Con lenguaje simple y coloquial, la candidata del ARI habló sobre política y criticó la hipocresía de la sociedad

Walter Palena / La Capital

"El centro de mi vida es Dios, y yo lo disimulo con Gramsci". La frase que vertió Elisa Carrió, casi como al pasar, es la perfecta síntesis de una dirigente que puede trasladar al llano las más diversas categorías políticas que muchos intelectuales progresistas se esfuerzan por mantenerlas alejadas del ciudadano común, con giros lingüísticos o semánticos que confundirían al propio teórico marxista italiano.
Carrió disertó ayer en Rosario en el marco del V Congreso Nacional sobre Democracia que se desarrolla en La Siberia, organizado por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNR.
Vestida con un tailleur rojo furioso y con su clásica cruz de plata adornando su pecho, la líder del Partido ARI contó a su favor con un auditorio bien predispuesto a escucharla. Su magnetismo, su extraordinaria capacidad dialéctica, hizo que el público permaneciera en silencio desde el principio al fin, para luego agasajarla con un fuerte aplauso cuando cerró su disertación.
Desde el inició Carrió aclaró que iba a hablar desde una posición de analista político y hasta recordó que el río Paraná bordeando la estructura de La Siberia le traía a la memoria su época de docente en la Universidad de Corrientes.
Comenzó explicando las tres etapas del derrumbe de lo que ella denomina "régimen" y aclaró por qué prefirió utilizar la palabra "huracán" para graficar la hecatombe política de la Alianza y sus consecuencias posteriores.
"Si yo usaba la categoría de Antonio Gramsci para explicar la transición del viejo y al nuevo orden social, un campesino de Neuquén no me hubiese entendido. En cambio, la palabra huracán es bien gráfica. El gran problema que tienen los intelectuales de izquierda o centroizquierda es que hablan con palabras difíciles o emplean frases grandilocuentes, cuando en realidad un concepto se puede concentrar en dos simples palabras", argumentó ante el asentimiento general de la platea, moviendo la cabeza como un coro bien acompasado.
Luego utilizó categorías de otro hombre conocido de la casa, el filósofo alemán Max Weber, para explicar sus posicionamientos políticos a través de la ética de la responsabilidad y de la convicción. En ese sentido, consideró que el archivo del juicio político a los miembros de la Corte Suprema de Justicia no fue una derrota y que, en todo caso, la sociedad debía hacer una severa autocrítica sobre su "responsabilidad" y su "convicción" para sostener lo que pensaba cuando estalló la crisis de representatividad.
"En diciembre la gente salió a la calle y pedía a gritos la cabeza de toda la Corte, pero cuando la tratamos en Diputados no salió nadie. Estoy segura de que si hubiera habido cinco mil personas afuera del Congreso, habríamos enjuiciado a cinco miembros de la Corte, ya que nos faltaron apenas cinco votos para hacerlo", dijo con voz monocorde. El mismo tono empleó cuando le preguntaron si en Argentina se podía construir un espacio de centroizquierda como el PT brasileño, una cita que ya se volvió harto remanida a pesar de la cercanía del triunfo de Lula.
"Nuestro problema es que siempre queremos copiar modelos", le respondió, y luego derivó su análisis en el esquizofrénico comportamiento de la clase media argentina a través de la historia. Ahí no se olvidó se pasar otra factura, pero más cercana en el tiempo: "Cuando Cavallo se integró a la Alianza la sociedad estaba fascinada y él tenía una alta imagen positiva, casi la misma que tenía yo, a pesar de las denuncias que hacía en su contra".
Su controversia con Luis Zamora (tras una entrevista publicada por La Capital el domingo pasado asomó, y lo hizo con palabras que aludieron elípticamente al referente de la izquierda. "Si no lo logramos con la movilización, lo tenemos que hacer disputando el poder", dijo. Previamente en una conferencia de prensa, Carrió dijo que fue ella la que se equivocó cuando se juntó con Zamora para motorizar la caducidad de todos los mandatos, reducida a la consigna "que se vayan todos".



Elisa Carrió desplegó todo su repertorio conceptual. (Foto Daniel Carrizo)
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