 |  | Editorial Objetivo, vencer a la inflación
 | Los principales indicadores de la economía argentina transmiten, desde un tiempo atrás, mensajes diferentes y mejores que los acostumbrados: aunque aún débiles, las señales de que lo peor ya ha pasado, de que finalmente se tocó fondo y ahora da comienzo la ansiada reactivación existen, y conviene aferrarse a ellas para realimentar la esperanza. Los principales diarios nacionales reflejaron anteayer en sus tapas una noticia positiva que se agregó como un eslabón más de esta alentadora cadena. Después de meses muy duros, octubre registró una inflación de tan sólo el 0,2 por ciento, un nivel similar a los que se producían antes de la devaluación. Múltiples factores han concurrido para que tal situación ocurriera, y aunque muchos parecen estar sostenidos con alfileres, merecen -se insiste- el rescate, el elogio y la conciencia de que ese es el camino que se debe recorrer para que las cosas mejoren. Difícilmente pueda ignorarse en cualquier análisis de la coyuntura que toda la economía nacional se encuentra condicionada por el desarrollo de las maratónicas tratativas en busca de cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Y en tal sentido, aunque aún no se ha llegado al esperado final exitoso, la gestión encabezada por Roberto Lavagna parece haber arribado a un punto del cual no va a ser fácil moverla: simplemente, la noción de que la gente ya no puede soportar más golpes. El importante aumento de las tarifas que reclama el FMI como condición "sine qua non" para la continuidad de las negociaciones fue cuestionado por los funcionarios argentinos, quienes habrían conseguido que el porcentaje de incremento pedido se rebajara sustancialmente. El sereno momento actual -con la quietud del dólar y el aumento de los depósitos bancarios como variables clave- no amerita correr riesgos que puedan dilapidar los logros obtenidos. Y entre esos logros -mínimos, frágiles, pero reales- se encuentra la baja de la inflación. En un marco de salarios virtualmente congelados, y que ya sufrieron el cruel golpe devaluatorio, la recomposición del consumo interno no resultará sencilla, pero el primer paso parece haber sido dado. Ojalá dicha tendencia se mantenga y se profundice.
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