Alejandro Cachari / La Capital
Buenos Aires (enviado especial).- La deuda de imagen ya estaba saldada. El triunfo con estigma de bochorno ante Olimpo se había cauterizado simplemente con una actuación a la altura de las circunstancias. Promediando el segundo tiempo del partido de anoche de Racing, Newell's ya se había sacado de encima el síndrome que apenas cinco días atrás lo habían convertido en el malo de la película. Como pocas veces, aquel domingo una victoria generó silbidos. Pero hubiera sido una pena si el equipo de Veira no le hubiera puesto la frutilla al postre. A los 28', un rebote afortunado le cayó a los pies a Mauro Rosales y el toque a la derecha de Campagnuolo abrió el marcador para el equipo que había hecho mejor las cosas. Allí sí la película se había encontrado con todos sus argumentos. El mejor de los dos estaba en ventaja y sólo necesitaba ser coherente con su idea para que el final lo encontrara victorioso. Newell's le ganó a Racing 1 a 0 porque empezó a entender la idea del Bambino. O en todo caso, porque la estrategia del entrenador dio sus primeros frutos. Se recuerda por si hace falta que los tres puntos del domingo último no van a formar parte de la historia. Un equipo compensado de atrás hacia adelante, predispuesto para encontrarle la vuelta al rival en cualquier contingencia de contraataque que surgiera. Está claro que esta ubicación del equipo en la cancha tiene el sello inequívoco de su flamante entrenador. Con algunos detalles para ponderar: Newell's tuvo capacidad estratégica para cortar el circuito tan temido entre Peralta, Romero, Pavlovich y Milito. Y respuesta física para dejar a Racing sin uno de sus principales elementos, la velocidad. A partir de un control de las bondades del rival, el equipo de Veira con gran autoridad, más allá de algunos altibajos que devinieron en un mal cierre de la primera etapa, se adueñó de campo y pelota para hacerse el protagonista del partido. Allí todo comenzó a ser más sencillo. Porque Newell's era el responsable de lo que generaba y de lo que le permitía a su adversario. Faltaba el toque final, que se corporizó con el ingreso de Rosales. Desde ese momento ya no hubo vuelta. La resurrección futbolística de Manso y la gran profundidad que Mauro le puso al ataque inclinaron la cancha hasta que el propio Rosales se encargó de facturar lo que Newell's debió haber cobrado bastante tiempo antes. Era un partido que se jugaba más con la cabeza que con los pies. Porque a Racing le pesaba la eliminación de la Copa Sudamericana y la punta de Independiente; porque a Ñuls lo acosaba el bochornoso partido ante Olimpo. Pues bien, el equipo de Veira tuvo la templanza suficiente como para despojarse del karma. Quizá sea apresurado sugerir que es un primer paso hacia una nueva identidad, pero esa es la sensación que dejó la clarísima victoria rojinegra anoche en la cancha de Racing. Más allá de la importancia de vencer al rival, a los miedos y al pasado inmediato, los rojinegros volvieron a sumar de a tres y así todo se hace mucho más sencillo.
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