La madre de un chico asesinado de un escopetazo en abril pasado, y que ante el devenir judicial del caso exigió el esclarecimiento encadenándose frente a la puerta de los Tribunales, denunció que dos sujetos la golpearon salvajemente, la secuestraron y la amenazaron de muerte. "Terminala o te reventamos", le dijeron a Norma Ojeda antes de dejarla abandonada en un cruce de rutas al oeste de Rosario. La mujer ya había sido amenazada dos veces, y en esta ocasión no sólo la raptaron, asegura, sino que también montaron una falsa ejecución disparándole un tiro a centímetros de la cabeza. El tremendo episodio ocurrió el sábado y la mujer lo denunció un día después en la Jefatura de la Unidad Regional II de policía. Ahora, el juez Correccional Adolfo Claverie abrió una investigación para tratar de identificar a los autores del hecho. Cristian Espinoza, de 18 años, fue asesinado con un tiro de escopeta calibre 16 la noche del 11 de abril pasado frente a una vivienda de Vera Mujica al 3400. El autor del disparo fue Ricardo Sergio Boja quien está libre por decisión del juez que investiga el caso. Norma ya había sido amenazada en un par de ocasiones y posteriormente fue interceptada por un auto en Garay y Avellaneda. Esto ocurrió en agosto pasado y en ambas ocasiones le dijeron que si seguía involucrando a Boja, ella y su familia sufrirían las consecuencias. El sábado, según la presentación policial de la mujer, la advertencia subió de tono y el mensaje fue aún más claro: "Si Boja va preso ustedes mueren todos", le dijeron a Norma. El episodio comenzó cuando Ojeda salio a hacer mandados por el barrio donde vive. Todavía estaba cerca de su casa cuando paró un auto y descendió un sujeto que primero la golpeó en la cabeza y después la subió al asiento trasero del vehículo que arrancó con otro hombre al volante. Entonces comenzó una travesía que terminaría en el cruce de la ruta nacional 33 y el acceso a la localidad de Soldini. Durante el trayecto, Norma dijo haber sido golpeada hasta quedar inconsciente y le repitieron las amenazas. Los dos sujetos discutían todo el tiempo sobre qué hacer con la víctima: mientras el que iba al volante ordenaba que la matara allí mismo, el otro la torturaba con puñetazos y patadas. Cuando la dejaron, Ojeda no entendía lo que pasaba. Aunque estaba aturdida pensó que la matarían. Incluso escuchó un tiro a centímetros de su cabeza. Después, los sujetos le recordaron una vez más su advertencia y desaparecieron. Ojeda afirmó en su denuncia que el auto en el que la llevaron es un Volkswagen Polo con vidrios polarizados y sin patente. Y cuenta que se cruzó con un chico que vio a sus agresores. "Cuando yo estaba tirada y mareada vino un nene y me preguntó si me habían herido, porque oyó el tiro. Tenía mucho miedo y lloraba porque estas personas lo vieron y le dijeron que si contaba lo que vio lo iban a matar". La mujer no sabe quien es el chico ni donde vive, y calcula que tenía unos 12 años. En agosto, cuando ocurrieron las amenazas anteriores, Ojeda lo denunció ante una fiscalía. Nunca le dijeron si hubo investigaciones y con qué resultado. Hace dos semanas, al enterrarse de que Boja quedó libre, fue a los Tribunales y se encadenó en el acceso principal. Ahora esta aterrorizada. Mientras el hombre que mató a su hijo sigue libre, ella muestra los moretones y las marcas que la odisea vivida el sábado dejó en su cuerpo.
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