Es un fenómeno que aún no está dimensionado, pero el surgimiento de los clubes de vino y las cofradías de tomadores en los últimos años incidió de alguna manera en el vínculo directo entre el producto y el consumidor. Esos canales generaron un nuevo circuito de información y valoración que ubicaron a este tipo de entidades como un nuevo actor de la cadena. En Rosario, desde hace cinco años funciona la Sociedad de Honorables Enófilos, que hace un año cuenta con un restaurante propio. Juan Yacob, uno de sus miembros, señaló que la sociedad funciona como un "centro cultural asociado al vino", organizando cursos, difundiendo información y organizando presentaciones de bodegas. Con el tiempo, las actividades se diversificaron y hoy organizan catas de distintos productos, como habanos, aceites, café y productos gourmet. El emprendimiento está en plan de expansión, con la apertura de subsedes en el interior de la provincia y Buenos Aires. En lo inmediato, tienen preparada la mudanza a un local más amplio donde, entre otras cosas, funcionará un museo del vino y apuestan en el corto plazo a sacar un vino con marca propia. "En los 80 Rosario era la ciudad que más vino per cápita consumía y la idea es recuperar esa posición", señalan
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