Central lo comenzó ganando y Central lo terminó empatando. Todo lo hizo Central. Así de insólito. Así de absurdo. Ideal para protagonizar una novela de Kafka. Porque la metamorfosis que tuvo anoche el equipo de Arroyito dejó como saldo el lógico fastidio de los canallas. Como así una profunda preocupación.
Central mostró en cuestión de minutos todas sus virtudes, pero también todas sus falencias. Pasó de la contundencia a la impotencia, de la eficacia a la inoperancia, de la organización a la anarquía y de la osadía a la falta de actitud. Suficiente para comprobar que Menotti tenía razón, el problema de Central no es físico. Pero sí psíquico.
Central A: Los canallas en apenas una decena de minutos dejaron en evidencia que Huracán es uno de los equipos más limitados del torneo. Y lo lograron con la sencillez táctica que este Central puede desarrollar: protección de la pelota, precisión en los pases, circulación, organización, variantes ofensivas y oportunismo. Más que suficiente para definir el trámite con dos goles, que bien pudieron ser más. A los 5', luego de un pase cruzado de Ferrari, el cordobés Pino se arrojó al piso para ganarle la pelea en el tumulto a Pranich, Graieb y Schulmeister, y empujar la pelota a la red.
El equipo de Babington devolvía una imagen desarticulada, casi lastimosa. Mientras que Central parecía esos noqueadores que medían al débil adversario para derribarlo con otro golpe en el mentón. Y tanta era la diferencia que Huracán hasta se pegó solo. Porque a los 10', el Negro Quinteros le metió un pase en profundidad a Figueroa, quien en su afán por tocar hacia el medio se encontró con la gentileza de Pranich para festejar el segundo. Partido terminado. Sólo quedaban 80 minutos para calcular cuántos goles más haría la Academia. Pero no. Apareció el otro Central y el noqueador casi termina en la lona.
Central B: Huracán recién a los 20' ejecutó el primer disparo al arco de Castellano que se fue arriba. Y Central ya comenzaba a mostrar un enorme capacidad para dilapidar ocasiones. Figueroa, Delgado, Pino y también Vitamina resolvieron mal sendas situaciones. Pero ante la primera llegada profunda de la visita los canallas evidenciaron el grave error defensivo: jugaba con tres en el fondo y en línea. El resultado fue previsible, Comba recibió a la espalda de un estático Mariano González y gol. Y la fórmula se repitió enseguida, la que aprovechó Alonso para empatar. ¿Por qué con el 2 a 0 y contemplando las ventajas que daba el reemplazante del Cata Díaz, no se midieron las proyecciones de los laterales?
De ahí en más Central trató de recomponer filas, pero Huracán se rearmó. Entonces el partido estuvo para cualquiera. Los canallas atacaban con más decisión que ideas y los quemeros contraatacaban con enorme riesgo. El público alentó a rabiar para tratar de empujar a su equipo, al tiempo que pedía algunos cambios. Pero las modificaciones no alteraron la cuestión. Y el empate fue sinónimo de frustración.
Central fue el gran protagonista de la noche. Por lo bueno. Por lo malo. Y se convirtió en un equipo imprevisible. Tan imprevisible como el futuro.
Síntesis
R. Central 2: Castellano 6; Ferrari 5, Talamonti 7, M. González 3 y Papa 5; M. Quinteros 4 (67' Barros Schelotto 5), D. Quinteros 7 y Pino 6 (75' Mandra); P. Sánchez 5 (67' Arriola 5); Delgado 5 y Figueroa 4. Suplentes: Manchado y Leonforte. DT: César Luis Menotti.
Huracán 2: Schulmeister 6; R. Graieb 4, Pranich 5, Lobos 4 y Lavallén 3 (68' Kobistyj 5); Alonso 5, Monsalvo 5, Avalos 5 (46' Ramón A. Ortiz) y Zermattén 6 (57' Cochas 5); Comba 6 y Fleita 5. Suplentes: Ríos y Villa. DT: Carlos Babington.
Cancha: Gigante de Arroyito.
Arbitro: Oscar Sequeira (6).
Recaudación: $ 68.028.
Goles: 5' Pino (RC), 10' Pranich (H) en contra; 30' Comba (H) y 35' Alonso (H).
Amonestados: Gvo. Barros Schellotto (RC), R. Graieb y Pranich (H).