Para cualquier chico que busca su destino en el fútbol no es fácil asimilar el desarraigo de sus seres queridos. Y máxime aún si tiene que dejar todos sus afectos a más de quince mil kilómetros de distancia. Y algo de eso le tocó padecer en carne propia el pibe Leandro Depetris, quien en su infancia tuvo que alternar entre Argentina y la ciudad italiana. "Iba cada tanto a Milán, entrenaba, me daban una dieta, jugaba un par de torneos y después me pegaba la vuelta. Así estuve dos años. No es que me quedé allá siempre", sintetizó este fino jugador. -¿Qué diferencias notás entre el fútbol italiano y el argentino? -Para mí no hay diferencias. Es más, siempre digo que el fútbol puede ahora ser un poco más físico, pero en sí siempre será el mismo. Hay que jugar y tratar de meter la pelota dentro del otro arco. Es así de simple. -¿Qué cosas aprendiste en Italia? -El idioma, muchas cosas en lo futbolístico y, por sobre todo, me sirvió para crecer como persona. -¿Te hubiese gustado poder seguir allá? -Sí, porque es un país muy lindo, similar al nuestro. Además la gente es muy afectuosa. La verdad es que me gustó mucho Milán. -¿Qué es lo que más te impresionó de Italia? -Todos los lugares que pude conocer, entre ellos el Vaticano, el Coliseo romano, el Duomo de Milán. -Bueno, ahora imaginá el futuro: jugás en primera y están a punto de venderte, ¿te gustaría que sea al Milan o a otro club europeo? -Me gustaría que sea Milan. Sería muy lindo volver.
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