Año CXXXV
 Nº 49.615
Rosario,
sábado  28 de
septiembre de 2002
Min 14º
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cartas
¡Estoy con los maestros!

El lunes 16 de septiembre me paralizó el comentario que alguien dijo y que La Capital publicó en su página 13 con respecto a la misión evangelizadora del docente. A propósito de ello voy a intentar dar a conocer de acuerdo a mi entender cuáles son los deberes y derechos del maestro. Los deberes: desempeñar con dignidad y eficacia el cargo, educar a los alumnos democráticamente, respetar a la superioridad y jurisdicción técnica administrativa y disciplinaria, observar una conducta acorde con su función, no desempeñar actividades que afecten su condición y cumplir con los horarios y ampliar su cultura general. Los derechos: estabilidad en el cargo, goce de remuneración y jubilación justas, gozar de las vacaciones reglamentarias, libre agremiación para el estudio de los problemas educativos y la defensa de sus intereses profesionales y ejercicio de todos sus derechos políticos inherentes a su condición de ciudadano. Pero lo que no es obligación del docente es dar clases en un salón sin puertas y ventanas (pero lo hace), pedir ropa y calzado para sus alumnos (pero lo hace), poner dinero de sus magros sueldos para que coman sus alumnos (pero lo hace). Ahora, según comentarios periodísticos y para que a su función se la considere evangelizadora debe atender los comedores escolares los días sábados y con ello pierde una conquista social. Estas obligaciones (y sin molestar a nadie) se las deberían dar a empleados que no tienen ubicación así no se quedan sin trabajo y pueden seguir cobrando su sueldo, que seguro es más jugoso que el de los maestros. Que sepa quien quiera que la misión del maestro es valiosa, brillante y sobresaliente. ¿Por qué?, porque dentro de semejante crisis encuentra soluciones, porque conoce a sus alumnos y se identifica con su sentir, porque está convencido de que la obra educativa que realiza es su prestigio y que la escuela vale por lo que valen sus maestros.
Chela Pazos


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