Después de capear varias tormentas económicas con vientos huracanados, el Campeonato Mundial de Vóleibol comenzará hoy en distintas ciudades de la Argentina con los candidatos de siempre como Brasil, Yugoslavia, Rusia y Italia -el orden no es caprichoso- y la ilusión de la Argentina de meterse entre los seis mejores del mundo -si aprovecha la localía-, más allá que muchos se ilusionen con llegar al podio igual que en 1982. El mítico estadio Luna Park, San Juan, Santa Fe, Mar del Plata, Córdoba y Salta se fueron rearmando y remando contra las graves dificultades económicas que, por ejemplo, al Polideportivo de Mardel no le alcanzó para la cancha de práctica o al Estadio Orfeo le provocaron importantes demoras en su finalización, diez meses después de lo previsto inicialmente Igualmente, en cada una de estas ciudades se vive un clima festivo, especialmente en San Juan que espera con gran ansiedad el paso de la Argentina que convoca al más diverso público desde el carisma y la facha de varios de sus jugadores. Habrá que ver cómo soporta o potencia el seleccionado esto de jugar con estadios llenos. En el rubro de las sorpresas del campeonato se podría incluir a Holanda, Francia y Polonia (ingresó al torneo tras la deserción de Corea), selección que en la última Liga Mundial le ganó a Brasil (subcampeón de ese torneo) tres de las cuatro veces en las que se enfrentaron. Por su parte, no se espera mucho de dos históricos como Cuba y Estados Unidos. Los caribeños han perdido a sus mejores figuras que pidieron asilo político en distintos lugares del mundo (sólo les quedó Pimienta y da la impresión que con eso no pueden aspirar a mucho) y los estadounidense llegarán con un equipo algo superior al que nos visitó el año pasado en la Copa América y que defraudó. Llegar al podio significaría una hazaña para el nivel del Vóleibol argentino que, más allá del trabajo que intenta Carlos Getzelevich -se alejará de la dirección técnica tras el Mundial- es Milinkovicdependiente. Todo pasa por Marcos y en muchos pasajes no sorprende porque, en el afán de asegurar la pelota para que defina uno de los máximos anotadores del mundo, el juego no se abre lo necesario para Hugo Conte, Jorge Elgueta (con él sí podría sorprender) o Alejandro Spajic. En los amistosos previos la Argentina trabajó muchísimo en ese aspecto como en el bloqueo cuya efectividad es, habitualmente, muy dispar entre set y set, y en mantener la regularidad en su juego. Argentina debería ganar sin mayores sobresaltos el Grupo A que comparte con Australia (equipo dirigido por el argentino Jon Uriarte y su rival de hoy en el Luna), para luego enfrentar en San Juan a China (quien nunca fue más allá del séptimo lugar y su vóley pasa por su buen momento) y Portugal (un equipo en los papeles inferior, pero que amargó al seleccionado en la última Liga Mundial). Ese sería el primer paso para los de Getzelevich que, de esa manera, volverían para jugar en Buenos Aires la segunda fase del campeonato. Una fase clave, donde la Argentina deberá rendir al máximo y sacarle el mayor provecho a su localía para buscar el cuartos de final menos riesgoso. A priori y a diferencia de otros mundiales de otros deportes, no hay un Grupo de la Muerte, pero seguramente el más parejo puede ser el que se jugará en Salta. Allí estarán Cuba y los ascendentes Holanda, Grecia y la República Checa, seleccionado que dirige el argentino Julio Velasco que con excepción de los Juegos Olímpicos, ganó todo con Italia en la década pasada. Habrá que ver si Brasil no tiene sustos en Córdoba ante Estados Unidos y Venezuela, todo hace prever que no. Mientras que en Buenos Aires, por el Grupo C, Rusia, Francia y Bulgaria, junto a Túnez, prometen partidos atractivos. Aunque no tiene el nivel del tricampeón mundial Italia, en Santa Fe, no debería perder set para ganar la zona ante Canadá, Croacia (debuta en esta competencia) y Polonia; mientras que en España, Yugoslavia podría encontrar alguna oposición en el Grupo D en Mar del Plata que completan Japón y Kazajistán, el otro debutante en un Mundial. El desafío se pone en marcha. No sólo para los jugadores, sino para Mario Goijman y todos los integrantes del Comité Organizador que llevaron adelante, en las peores condiciones un torneo que tal vez no sea del primer mundo, pero sí será digno, especialmente por la turbulencia económica del país. (DyN)
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