Hoy es el gran día. La ciudad está de fiesta. Para muchos, la tarde que vienen soñando desde hace dos temporadas está a punto de convertirse en realidad. Charrúas y salaítos se pondrán la pilcha de clásico y coparán el viejo y legendario Gabino Sosa como en épocas idas. Si bien en el campeonato ambos vienen cumpliendo una campaña bastante irregular, este trascendental encuentro puede ser el despegue que tanto necesitan estos dos equipos de cara al futuro. Rosario está lista, se viste de gala y espera con los brazos abiertos el partido que sostendrán esta tarde en barrio Tablada Central Córdoba ante Argentino, por la octava fecha del torneo Primera B, en una nueva edición del clásico chico, que quiere ser grande. Tuvieron que pasar dos temporadas para que estos dos equipos, que tienen obligaciones y necesidades similares, vuelvan a verse las caras. Por eso, cuando esta tarde comience a rodar la pelota, charrúas y salaítos intentarán luchar desde el vamos para ver quien se erigirá en el protagonista excluyente de este clásico versión 2002. Para este por demás importante partido, el flamante entrenador de Central Córdoba, Oscar Santángelo, se la jugó por los mismos nombres que le dieron el primer triunfo a los de Tablada ante Tristán Suárez. Por tal motivo, jugará con línea de cuatro y tres volantes. A esto hay que sumarle que Sergio Fernández volverá a ser la usina de fútbol en el conjunto charrúa. Y la delantera está conformada por Calabrese y Gufanti. Tal como lo indica el dicho popular "equipo que gana no se toca", esa parece ser la fórmula elegida por Santángelo de cara a este cotejo. En tanto, en la vereda de enfrente, el técnico Adrián Blas Taffarel metió mano en el esquema que venía jugando e introdujo dos variantes: ingresarán Calabuig como segundo marcador central en lugar de Evangelista y Andrés Bullentini en reemplazo de Amaya. El resto serán los mismos hombres que empataron ante Sarmiento. Lo que gana Argentino con estas modificaciones, es que con el ingreso de Calabuig, la última línea tendrá un hombre rápido y que además puede adaptarse sin problemas a un esquema de tres defensores u ocupar el lateral derecho. Y con respecto a la otra variante, la del grandote Bullentini por Amaya, le permitirá a los salaítos poner en práctica las preparadas jugadas de pelota detenida y además, ganar en las dos áreas cuando se produzca un tiro de esquina. Así es el presente futbolístico en los conjuntos de barrio sur y norte, dos instituciones de antaño que vienen escribiendo sus propias páginas desde hace muchas décadas, a base de sacrificio y con el apoyo de sus fieles socios, quienes seguramente estarán contando las horas que faltan para que el clásico chico de la ciudad viva su propia fiesta.
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