Una vida signada por la mala fortuna. Eso es lo que los amigos de Laura Ledesma le dijeron a la policía sobre los motivos que terminaron de desequilibrar a la mujer de 35 años que hace unos tres días decidió matar a su hijo. Martín nació con una discapacidad que le afectó su motricidad y su capacidad de expresión. Los investigadores no tenían certezas sobre el diagnóstico de esa dificultad, pero la afección provocaba que el chico no pudiera expresarse más que con gritos o alaridos. Era muy movedizo, hiperactivo según sus conocidos, y tenía la torpeza que la misma enfermedad le provocaba, por lo cual era frecuente que tirara y rompiera los elementos que se encontraban a su alrededor. Esas características solían causar incomodidad en algunas personas, incluso de su familia, que no sabían cómo manejarse con el chico ni el modo en el que podían ayudar a su madre. El nacimiento de Martín dejó secuelas en Laura. Un inconveniente con la anestesia, según dijeron los investigadores, le provocó a la mujer una discapacidad motriz en su brazo y pierna del lado derecho. El padre del chico apareció alejado del relato familiar. No así la figura de la abuela materna, quien murió un año atrás, el momento en el que la estabilidad emocional de Laura comenzó a empeorar, según contaron sus conocidos a la policía. La abuela de Martín era el sostén de la familia, incluso en el aspecto económico. Su pérdida resultó muy fuerte para Laura, que ya había enfrentado la muerte de su padre y unas tías a quienes cuidó hasta su muerte. La muerte de su madre desencadenó una profunda tristeza a la mujer y más limitaciones económicas a la familia. Dos situaciones de falta de contención que aparecen en las cartas que la mujer dejó junto al cuerpo de su hijo.
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