Los potentes parlantes dejaban fluir la cumbia "Que vuelva Carlos" y dos mujeres comenzaron a menear sus caderas. Bailaban sueltas, con los clásicos movimientos cuartetero. Tenían espacio a su alrededor como para no rozar a nadie en el loco balanceo. En la cabecera del puente sí los manifestantes se amontonaron para ver de cerca a su líder y a su glamorosa esposa. El "se siente, se siente, Menem presidente" que arengaba el locutor fue respondido tibiamente por la multitud, llegados en su mayoría desde el Gran Rosario y apadrinados por los dirigentes que le facilitaron micros para arribar a la cabecera rosarino del puente a Victoria. Fueron pocos los momentos en que los fanáticos mostraron todo su fervor por el caudillo de Anillaco. Uno de ellos fue cuando los movimientos frenéticos cerca del palco preanunciaban la llegada de Carlos Menem. La gente repartió muestras de cariño por igual a Menem y a Cecilia Bolocco. Mientras el ex presidente recibía los abrazos de seguidores y dirigentes, su mujer se encargó de aceptar las ofrendas: fotos, banderas y un ramo de flores que aferró con sus manos y subió con ellas a la tribuna. La misma imagen se repitió cuando Menem, desde el palco y con la imponente estructura del puente como fondo, encaró a la multitud con su discurso. Mientras él arengaba, Bolocco firmaba autógrafos sobre objetos de los más variados: volantes recogidos del suelo o simples papeles que caían en las manos de los manifestantes por el imperio de la brisa. También estampó su rúbrica sobre una camiseta de Rosario Central y una Biblia. Menem sabe del hechizo que causa su mujer sobre sus seguidores y le saca provecho a su belleza y simpatía. "¡Mirá cómo está la Bolocco!", codeaba un hombre a otro, vestido con una remera negra estampada con la inscripción del grupo musical "Viejas Locas", quien no se cansaba de cogotear hacia el palco. Como ocurre en cada acto de campaña, los líderes que tienen la capacidad de movilizar gente se hicieron notar en variadas modalidades. Pancartas en lo alto con el nombre de los referentes que siempre van acompañada con la palabra "conducción". Remeras y gorras con la inscripción "Menem 2003", y también en los infaltables bombos peronistas. El sindicalismo, el principal movilizador, se hizo presente con una notoria bandera de la CGT rosarina y en las pecheras azules del gremio de la carne. Desde el conurbano, el intendente de Villa Gobernador Gálvez, Pedro González, se hizo visible con el aporte de su gente. Lo mismo sucedió con la multitud que llegó desde Puerto General San Martín y San Lorenzo. Antes de que hablara Menem, el locutor no paró de leer adhesiones. Todo el que se le acercaba con un papelito era leído para el público, hasta que el maestro de ceremonia se cansó de los mensajes, muchos de ellos ilegibles. "Escriban claro, yo soy locutor, no adivino", los retó. Pero no sólo por el asfalto llegaron los apoyos. Un grupo de pescadores, a bordo de sus canoas, se sumaron al acto en una especie de regata menemista. La desconcentración fue ordenada y únicamente un pequeño grupo se quedó a esperar para verlo nuevamente antes de que el riojano se dirigiera al aeropuerto de Fisherton para regresar a su reducto de Pilar.
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