"La relación entre Perón y la Iglesia fue compleja", aseguró Sergio Rubín. En el último tramo de la gestión se entró en un franco enfrentamiento. Ello relativiza la hipótesis que le adjudica a la curia una activa participación en la misión de preservación del cadáver de la Abanderada de los Humildes. El investigador añadió que "cabe preguntarse por qué la Iglesia se embarcó en esta riesgosa operación. Perón empezó en el 45 su campaña siendo poco menos que el niño mimado de la curia argentina y el Vaticano, y termina diez años después a las patadas, con doce iglesias de la Capital Federal quemadas, así como la sede del Arzobispado con su archivo del 1600, dos dignatarios expulsados y Perón virtualmente excomulgado". Finalmente, Rubín aseguró que "de hecho, cuando se empieza a planear esto, varias autoridades eclesiásticas locales (sobre todo el nuncio apostólico de aquella época, Eugenio Sanín) rechazan terminantemente el plan".
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