Ottawa.- El primer ministro de Canadá, Jean Chretien, vinculó los atentados del 11 de septiembre a las Torres Gemelas y el Pentágono a lo que se percibe como la "arrogancia y el egoísmo" de Occidente. Chretien, quien ha estado en el poder durante nueve años, dijo a la cadena canadiense de radio y televisión CBC que había "muchísimo resentimiento" por la manera en que las naciones poderosas tratan el tema del creciente número de pobres y desposeídos del mundo. "Uno no puede ejercitar sus poderes hasta el punto de la humillación para otros. De eso es de lo que el mundo occidental, no sólo los estadounidenses, sino el mundo occidental, debe darse cuenta. Porque ellos, los que nada tienen, también son seres humanos. Hay consecuencias a largo plazo si uno no se esfuerza en mirar la realidad a 10 ó 20, 30 años a partir de ahora", destacó. El mandatario es el primer líder de un país occidental que sugiere que los secuestradores de los aviones de pasajeros usados para los ataques pudieron haber estado motivados por lo que describió como políticas engañosas de un rico y poderoso Occidente que no entendió la necesidad de moderarse. Canadá forma parte del Grupo de los Siete (G-7), junto a Estados Unidos. Sin embargo, la oficina de Chretien negó informes de medios de prensa canadienses, donde el primer ministro opinara que Estados Unidos era responsable por los ataques. Una declaración aclaró rápidamente que sus comentarios se enfocaban en su visión de la creciente división entre ricos y pobres que ha sido usada por fanáticos para impulsar el resentimiento hacia el mundo desarrollado. "Esta es una interpretación grosera de sus declaraciones para sugerir que Chretien está culpando a Estados Unidos de los atentados", explicó la oficina del primer ministro. El veterano premier remarcó: "Creo que el mundo occidental se está haciendo demasiado rico con relación al mundo pobre y somos vistos necesariamente como arrogantes, autosuficientes ambiciosos y sin límites. El 11 de septiembre es una ocasión que me permite darme más cuenta de ello". Chretien proviene de la izquierda moderada del gobernante Partido Liberal canadiense, que en ocasiones observa con ciertas sospechas a los gobiernos del Partido Republicano en Estados Unidos. Las relaciones del primer ministro con el presidente estadounidense, George W. Bush siempre han sido frías y sus críticas a la crecientemente unilateral política exterior de Washington probablemente no le permitirán ganar nuevos amigos en la Casa Blanca.
Críticas a las declaraciones No obstante, la declaración hizo muy poco para aplacar la ira de los legisladores del partido Alianza Canadiense, una agrupación política conservadora que, generalmente, es más inclinada hacia Estados Unidos. "Estos comentarios requieren pedir una disculpa. Están completamente fuera de contexto y es justamente el peor momento para hacerlos", indicó el vicesecretario general de la Alianza Canadiense, Grant Hill. "No hay excusa para el terrorismo. No hay excusa para la muerte de inocentes y quienquiera que diga que hay una excusa se equivoca. No es inteligente en lo absoluto y es un insulto a nuestros vecinos", aseguró. El líder del ala derechista del partido Alianza Canadiense, Stephen Harper, también contraatacó rápidamente los comentarios de Chretien, a los que describió como una desgracia. "Estas declaraciones acusando a las víctimas, particularmente hechas en el aniversario del 11 de septiembre, son vergonzosas. Lo que hay detrás de los atentados son fuerzas del odio y del mal", expresó. Sin embargo, la radioemisora estatal CBC en Ottawa estuvo ayer por la mañana inundada de llamadas de respaldo al primer ministro canadiense. Bush se reunió con Chretien la semana pasada como parte de los esfuerzos de Estados Unidos para persuadir a sus aliados de la necesidad de derrocar al presidente iraquí, Saddam Hussein. Chretien enfatizó en que se debe trabajar con las Naciones Unidas para conformar una coalición y sus comentarios fueron poco usuales para un hombre reconocido como un político práctico, que no deja tiempo para plantear una filosofía profunda sobre la gobernabilidad. (Reuters)
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