Año CXXXV
 Nº 49.600
Rosario,
viernes  13 de
septiembre de 2002
Min 7º
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cartas
Por la paz del mundo

Dos potencias imperiales y otras no tanto, están empeñadas en cometer el crimen más repudiable, el crimen de la guerra. Para ello, no reparan en poner a la humanidad al filo de la guerra mundial. La guerra más destructiva de la historia, la que se desataría con las armas nucleares más sofisticadas y, como consecuencia, las que podrían hacer desaparecer la humanidad. Esta demencial actitud de los agresores imperiales, con el pretexto de la lucha antiterrorista, tiene un profundo olor a petróleo y un descarado accionar contra la democracia formal, al reclamar a nuestro país y en todos los que tiene una intervención bélica, la garantía de inmunidad para las acciones ilegales de las tropas estadounidenses. Como es de conocimiento público, desde el 1º de julio pasado empezó a funcionar en La Haya el Tribunal Penal Internacional (TPI). El mismo no tendrá límites geográficos y juzgará cuatro tipos de crímenes: genocidio, guerra, lesa humanidad, agresión y los de carácter racial. Por supuesto que los Estados Unidos, cuya política tiene como base la agresión a pueblos indefensos y la ocupación ilegal de países muy lejanos de sus fronteras, ahora exige acuerdos bilaterales para impedir que se aplique a sus tropas en todo accionar ilegal. Es de conocimiento público, por su amplia difusión periodística y televisiva, que en los recientes hechos bélicos contra los pueblos de Bosnia, Palestina y Afganistán, por citar los más recientes, se han cometido crímenes aberrantes, donde fueron masacradas personas indefensas, bombardeando poblaciones civiles, escuelas e iglesias. Mientras perdure esta política bélica de los Estados Unidos, nuestro país debe suspender cualquier tipo de acción en común y debe negar cualquier tipo de inmunidad para la violencia y el crimen. Considero que este reclamo está implícito en la extraordinaria movilización de nuestro pueblo por la paz y la seguridad.
Manuel Silvestre Díaz


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