Fernado Toloza / La Capital
Entrar en el CEC, el Museo Castagnino o La Comedia a ver videos a media tarde de un día de semana, y poder también hacerlo cada noche durante una decena de días, es una experiencia que bien vale la realización de un festival como el que desde hace casi diez años se efectúa en Rosario. La propuesta del IX Festival Latinoamericano de Video está convirtiendo a algunas salas de la ciudad en un punto de encuentro, donde la curiosidad, la sorpresa, el placer, y a veces también el aburrimiento, juegan sus cartas con un público especialmente joven. El festival, que entregará sus premios mañana a la noche, ha pasado por diferentes situaciones climáticas: calor, frío, lluvia y días de sol. Las oscilación meteorológica no pudo, sin embargo, contra el deseo de la gente de ver la mayor cantidad posible de las obras en la competencia oficial (72 en total), todos las noches en el teatro La Comedia, en la esquina de Mitre y Ricardone. El teatro en el que Florencio Sánchez hizo historia allá lejos y hace tiempo con la flacura de un pibe que vendía diarios y otras locuras ahora está albergando a una modalidad estética que permite una enorme libertad al momento de crear, una libertad que va desde la experimentación hasta el documental, pasando también por registros semejantes a los cine y, en los casos más flojos, por la crónica cuasi familiar. Con las lógicas diferencias que representa una gran cantidad de material, ninguna noche dejó decepcionados, aunque sí hubo algunos videos que hicieron salir a la gente a tomar un poco de aire, a charlar y a mirar las furtivas visitas de los solitarios al cine porno que está en la cortada, aunque el breve tumulto que cada tanto se producía en el teatro supo espantar a los habitués del género de las tres equis. La competencia oficial tuvo hasta el momento grandes momentos, con un promedio de 350 personas por noche. "Insoladas", casi como una versión femenina del mundo de la película "El asadito", planteó el devenir de dos gorditas tomando sol en una calurosa terraza porteña mientras sueñan con irse a veranear a Cuba. El video fue saboreado minuto a minuto y palabra y palabra, como cuando una de las chicas elogiaba los beneficios del calor: "Lo bueno del calor es que no te deja pensar". Rosario marcó su terreno en la competencia oficial con "Upanishanda Kabu" e "Interior noche", entre otras. En la primera los directores Martín López e Iván Oliva apostaron a trasladar a Rosario el cuento "La hora del diablo", de Fernando Pessoa, con un demonio de habla particular, que se jacta de ser "naturalmente poeta", y una arriesgada estética en general atrapante, excepto cuando tenía que ser natural. "Interior noche", de Francisco Pavanetto, con una concepción más cinematográfica, se valió del humor negro para contar la historia de un padecimiento personal, y se ganó una buena salva de aplausos. La muestra de video rosarinos, por las tardes en La Comedia, no tuvo hasta el momento demasiado público, con un promedio de 60 personas por día. El público, al parecer, se compone en general de la hinchada de los videastas y las producciones no han demostrado una gran calidad. Pero el festival posibilita que cada uno se construya su propia imagen del encuentro, visitando también las otras muestras, como la que transcurrió en el Castagnino, la de las escuelas de cine, o la de cine para chicos. Todo un mundo para descubrir, al que aún le quedan un par de días para seguir ganando adeptos.
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