Año CXXXV
 Nº 49.593
Rosario,
viernes  06 de
septiembre de 2002
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Los "novios" de monseñor

Santa Fe. - "Estábamos de vacaciones y vi cómo monseñor Storni llevó a un seminarista muy jovencito a un arroyo para enseñarle a nadar. Lo manoseaba entero, mientras a nosotros nos enviaban a orar o hacer otra actividad para que los dejáramos solos", le dijo a La Capital un sacerdote que hace diez años era seminarista.
Por razones obvias y públicas, que van desde órdenes expresas de silencio hasta amenazas veladas y no tanto, el sacerdote a quien -aclaró- el arzobispo nunca intentó seducir ("seguramente porque soy gordito y no soy lindo, pero tal vez porque entré después de los 20 años al seminario", dedujo) solicitó expresamente la reserva de su identidad.
"El joven que se llevaba el arzobispo a nadar, a solas, era compañero mío. El tenía que volver a dormir a nuestro dormitorio, cuando no se lo llevaba monseñor al suyo", dijo este sacerdote que recordó también cómo el prelado "sacaba a pasear en auto al chico y le dispensaba un trato personalizado teniéndolo con él hasta altas horas de la noche. El joven que les relato -manifestó la fuente a La Capital- hoy es sacerdote".
El informante también dijo estar muy expectante de la declaración judicial que brinde el hoy también exiliado párroco de San Jorge y hasta 1991 director del seminario, Jorge Montini, quien en las próximas horas deberá declarar ante el juez de instrucción Eduardo Giovannini.
"Montini sabe bien qué pasaba en el seminario. Por ejemplo, que había seminaristas que se movían por encima de su autoridad y de las reglas internas. Que tenían llaves del seminario para salir y regresar a altas horas de la noche. Esos seminaristas también tenían llaves del Arzobispado y del dormitorio de monseñor Storni. El los tenía como una especie de novios oficiales que lo visitaban regularmente. No es una casualidad que algunos de ellos hoy son párrocos de las iglesias más importantes de la ciudad de Santa Fe", expresó el sacerdote.

"Eran dos y hasta tres"
"Nunca lo pude comprobar fehacientemente, pero más de una vez supe que no era uno solo el que salía del seminario para ir hasta el Arzobispado, sino que en más de una oportunidad eran dos y hasta tres. Tampoco puedo afirmar qué era lo que hacían y si iban efectivamente al dormitorio del obispo. Pero sí puedo asegurar que era eso, precisamente, lo que todo el mundo comentaba sin disimulo en el seminario", afirmó la fuente.
"Todo indicaba que las preferencias de monseñor Storni estaban destinadas hacia los más jóvenes e inexpertos y, presumiblemente, algunos que no habrían siquiera terminado la escuela secundaria. Otorgarles a ellos semejante libertad de movimiento y acceso a esos lugares tan trascendentes les aportaba una cuota de seguridad y de poder, pero seguramente no tendrían conciencia del costo que iban a tener que pagar por ese privilegio", concluyó el padre.


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