Se levantan a la madrugada para buscarlos o no pegan un ojo hasta que vuelven. Dicen que les cuesta ponerles límites, pero que lo intentan tanto como entenderlos. Es que aseguran que hacen cosas que ellos no hubieran ni pensado a su edad: tomar demasiado alcohol y salir a bailar a horas en que ellos se pegaban la vuelta, por citar sólo algunas. Son los padres de adolescentes, hombres y mujeres de 40 y pico que sienten estar pasando casi por un calvario. La Capital convocó a algunos de ellos a contar cómo viven las salidas de sus hijos de entre 15 y 17 años: la inseguridad de la calle, los límites, las angustiosas esperas y las recomendaciones fueron parte de la charla. La psicóloga Cecilia Pedro también fue consultada por este diario y puso paños fríos a quienes sienten que tratar con adolescentes es una tarea imposible. "No es fácil, pero se puede sobrellevar. Es cierto que los padres tienen sus propias crisis personales y los problemas actuales como la inseguridad y el desempleo no deja energías para cumplir un rol en el que se deben poner límites claros. Pero no es bueno hacerse el amigo ni actuar como un adolescente", señala Pedro. Para la especialista, aun en la adolescencia, el momento en que los chicos más "cuestionan y hasta ridiculizan a sus padres", los adultos deben estar presentes dialogando y tomando precausiones por sus hijos. Ni ser permisivos -aplicando la lógica del "todo está bien"-, ni autoritarios y severos -al punto de dejarlos sin salir para vivir tranquilos-. Para la psicóloga, el desafío es buscar el punto medio y entender que el adolescente debe "salir porque es bueno que se despegue de sus padres para devenir en adulto. Si no, se corre el riesgo de criar hijos que serán adolescentes eternos". L.V.
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