En rigor, Olga Wornat no mencionó el nombre de Mario Silvestrini en el capítulo "El príncipe y el pastor", tal como dijo el cura en la entrevista con La Capital. Ella cuenta que "un sacerdote de la vieja escuela, que -por ahora- prefiere callar su nombre, vivió un momento muy violento". Y luego señala que ese cura, que escuchó las quejas de una de las presuntas víctimas del arzobispo, "le escribió a Storni una esquela". Según la escritora, éste era el contenido de la nota: "Esto no es una carta sino una confidencia de amigo. Tuviste un desliz que afectó a un grupo en plena formación espiritual y humana. No te juzgo ni te condeno, no me corresponde. Sólo te sugiero que reflexiones en Cristo y tomes conciencia de la gravedad de tus actos". Según la periodista, "no pasaron muchos días entre el envío de esa carta y un encuentro que mantuvieron los dos clérigos, frente a frente en el despacho episcopal". De acuerdo con el texto de reciente publicación, una copia de esa carta llegó a manos de Arancibia, quien pocos días después comenzó una investigación, instalado en el despacho de monseñor Estanislao Karlic, en Paraná.
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