Año CXXXV
 Nº 49.574
Rosario,
domingo  18 de
agosto de 2002
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Escándalo en Santa Fe. La curia local sigue sin referirse al tema del arzobispo
Entre la sabiduría del diálogo y el silencio de la ignorancia
Monseñor Storni faltó al acto de homenaje a San Martín. Es la primera vez desde que asumió al frente de la Iglesia

Gabriela Zinna / La Capital

Santa Fe. - El arzobispo de Santa Fe, Edgardo Gabriel Storni, desapareció de los lugares que solía frecuentar. Es más, en el acto realizado ayer en la plaza San Martín de la capital provincial, en conmemoración del 152º aniversario del fallecimiento del prócer, el prelado brilló por su ausencia, por primera vez desde que fue ungido como autoridad máxima de la Iglesia santafesina. El escándalo desatado por las revelaciones del libro de la escritora Olga Wornat, titulado "Nuestra Santa Madre", en el que dedica un capítulo a Storni, parece haber obligado a monseñor a cambiar sus hábitos. Pero en el acto oficial estuvo presente su colaborador más inmediato: el vicario Hugo Capello. "No hablo", esa fue la frase que le disparó el sacerdote a La Capital, cuanto este medio intentó dialogar con él al término del homenaje al Padre de la Patria.
Desde que Storni asumió como arzobispo, nunca faltó a un acto del 17 de agosto. Pero siempre hay una primera vez y fue ayer. El polvorín en que se transformó la capital provincial a raíz de la difusión del texto del libro de Wornat, donde se ventilan hechos de presunto abuso de autoridad y corrupción de menores por parte de monseñor, hizo que el sacerdote no apareciera en actos oficiales, en misas, y ni siquiera asomara la nariz por la ventana de su dormitorio, ubicado en el primer piso del arzobispado.
También el viernes a la noche faltó a la celebración de San Roque. En la parroquia ubicada en Lavalle al 5200 más de 500 fieles esperaban al arzobispo. Pero él les falló. "Se invitó solo, antes del escándalo y ahora se borró por miedo a que lo escrachen", admitió un viejo sacerdote de barrio que pidió reserva de su identidad.

El vicario
Capello, otro de los mencionados en el texto de Wornat, fue quien acudió al acto de ayer en la plaza San Martín en representación del hombre más nombrado, más buscado y mejor oculto hoy en día en Santa Fe. El sacerdote a cargo de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, a quien la escritora también le endilgaría prácticas non sanctas, no tuvo más remedio que asistir al homenaje a San Martín.
"Nos sentimos heridos y agobiados", confesó Capello en su oración por la patria pronunciada ayer durante el acto. Pero también aprovechó la oportunidad para pedirle a Jesucristo: "La libertad para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz".
A renglón seguido le suplicó a Dios: "Concédenos la sabiduría del diálogo" y concluyó llamando a "la reconciliación de todos los argentinos, a la paz, a la libertad y a la justicia".
Los pasajes de la breve alocución hicieron recordar a más de uno de los presentes el mal momento por el que atraviesa hoy la Iglesia de Santa Fe. Entre el escaso público que se hizo presente (exceptuando autoridades y efectivos militares), se desataron rumores y cuchicheos mientras se escuchaban las palabras del sacerdote.
Pero a veces el decir y el hacer de las personas no coinciden. "Haz lo que yo digo y no lo que yo hago", reza la frase. Y esto es lo que mejor grafica las acciones de Capello.
"No hablo". Con esas secas dos palabras el vicario disparó a La Capital, cuando este medio quiso consultarlo sobre sus dichos en el acto. Es más, pareció sellar sus labios fuertemente por temor a que alguna palabra fuera a filtrarse contra su decisión. A la "sabiduría del diálogo", pareció oponerse el silencio de la ignorancia. "El que calla otorga", dijo una señora que presenciaba la escena.
Capello estrechó las manos con cuanto fiel, funcionario y militar se acercó. Es más, le regaló una sonrisa a esta cronista, hasta que supo que se trataba de una periodista. Ahí se terminó la amabilidad.
Pero la descortesía de Capello, cercana a la mala educación, no es el único signo que evidencia que la cúpula de la Iglesia santafesina está herida. También empiezan a apreciarse algunos mensajes claros en los actos litúrgicos.
En la misa celebrada ayer, a las 8, en la catedral, tampoco estuvo presente Storni. Pero el acto religioso sirvió para enviar algunos mensajes claros a los pocos fieles (menos de veinte) que estaban presentes.
"El profeta Ezequiel nos enseña que Dios es el que juzga. Nuestra vida está en manos de este juez justo que es el Señor. En Dios no hay juicio tramposo, no hay juicio mentiroso, no hay corrupción", dijo el sacerdote en un pasaje de la misa, dejando abierta la posibilidad de interpretar que hay otra justicia, que es tramposa, mentirosa y corrupta.
Minutos antes, el sacerdote que oficiaba la misa, había asegurado que "si el hombre es justo y viene dispuesto a practicar esa justicia, es derecho, no da culto a los ídolos, no deshonra a la mujer de su prójimo, no oprime, no niega el pan a los hambrientos, no presta por usura, y se aparta de la injusticia, entonces vivirá". ¿Qué pasará con aquellos que olvidaron estos principios?



Monseñor Storni, una ausencia notable en los actos. (Foto: Roberto Paroni)
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