Ya es habitual que en cada presentación de la Liga Mundial en Rosario haya una persona que, micrófono en mano, sugiera al público que aliente. Al margen que a veces su voz aparezca inoportunamente en el momento que se está por poner la pelota en juego, ayer la pifió feo. Luego de que el bloqueo argentino tirara por milímetros una pelota afuera, la que significó el punto de la victoria para Brasil, este personaje emitió un "Vamos que todavía podemos". Era demasiado tarde. El seleccionado nacional ya había perdido. Y él debió cerrar la boca.
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