La reforma de la ley de medicamentos genéricos todavía se encuentra en la Cámara de Diputados provincial donde en comisión se le introdujeron ciertas modificaciones al proyecto aprobado por el Senado, a instancias del Colegio Médico. Si definitivamente se le da luz verde a esta iniciativa la ley habilitará tres tipos de receta: una por genérico, otra por marca sugerida por el médico que puede ser sustituida en la farmacia y una tercera que no acepta cambio por tratarse de medicamentos críticos. Las preguntas inevitables son: ¿qué hace pensar que de ahora en adelante los profesionales prescribirán por genéricos, cuando en los 12 años previos no lo hicieron pese a estar vigente la norma?, ¿y qué porcentaje de pacientes estará dispuesto a asumir un papel protagónico en su medicación y a desoír la marca recomendada por su doctor para optar por otra más barata? Si los médicos, ya sea por confianza en determinadas marcas, por connivencia con los laboratorios o por pereza prescriptiva, siguen recetando los remedios por nombre comercial, a veces sin siquiera verificar si una misma droga ofrece opciones más baratas, el largo debate para reformar la ley habrá sido estéril, para no decir hipócrita.
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