Año CXXXV
 Nº 49.528
Rosario,
miércoles  03 de
julio de 2002
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Opinión
Una salida previsible

Edgardo Alfano

La convocatoria a elecciones anticipadas para marzo del año próximo es una salida que Eduardo Duhalde había tomado hace un tiempo, cuando comprobó que el futuro en la Presidencia no era el que había imaginado cuando asumió en enero último. Quienes conocen muy bien a Duhalde admiten que le costó tomar esta determinación, ya que había apostado a cumplir con el objetivo de llamar a elecciones en septiembre del 2003, dejando una buena imagen de su paso por el poder.
Sus principales colaboradores fundan la decisión en la posibilidad de cerrar un acuerdo, este mes, con el Fondo Monetario que permita prorrogar los vencimientos previstos a partir de este mes. También sostienen que lo peor de la tormenta ya pasó y que están dadas las condiciones para encarar un proceso electoral.
Pero lo cierto es que hubo otras cuestiones, no reconocidas públicamente pero si en charlas reservadas, que resultaron fundamentales a la hora de tomar la decisión de no continuar gobernando hasta diciembre del 2003, tal como lo había establecido la Asamblea Legislativa.
Entre ellas se pueden destacar las presiones internacionales (léase FMI y los Estados Unidos), el deterioro constante de la economía nacional, el peligroso y sangriento incremento de la protesta social, las disputas en el terreno político, la fractura de la alianza parlamentaria con el radicalismo y los mensajes que llegaban desde la cúpula de la Iglesia Católica.
En ese marco, el poder político de Duhalde se fue deteriorando peligrosamente y por eso ahora ha colocado una valla de contención.

Desactivar la bomba
Con su anuncio, Duhalde respondió a las presiones externas e internas para crear un horizonte previsible en la Argentina y desactivar la peligrosa bomba de la protesta social.
Las dos muertes de Avellaneda, durante la marcha piquetera de la semana última, también influyeron en el ánimo presidencial.
Los partidos políticos de la oposición dijeron estar sorprendidos por lo ocurrido, pero sabían que este camino era la única alternativa, sobre todo el radicalismo.
Raúl Alfonsín ya había sido advertido, antes de partir hacia el exterior, sobre la inminencia del anuncio presidencial.
Además, el último viaje del ministro de Economía, Roberto Lavagna, a Washington y las declaraciones del director gerente del FMI Horst Köhler, significaron para Duhalde un mensaje inconfundible.
Está claro que en el Fondo, en el gobierno republicano de George Bush y en la comunidad financiera internacional, existe una mirada de desconfianza y malestar hacia la Argentina.
El gobierno aspira a obtener una prórroga de vencimientos con el FMI y envía este mensaje para asegurarse un oxígeno fundamental para los próximos meses. Si se logra esa prórroga, el próximo presidente tendría un período de gracia como para poner en marcha un programa que trate de sacar al país del pozo.


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