Restos y fragmentos de una selección noqueada llegaron ayer a Ezeiza. Apenas ocho jugadores y el cuerpo técnico volvieron al país después de la peor performance futbolera en un Mundial en los últimos 40 años. Con excepción de Verón que llegó sólo, en otro avión, desprendido del grupo, los futbolistas eligieron no encontrarse con los estoicos hinchas que fueron a recibirlos, a pesar de los pesares. En cambio Marcelo Bielsa hizo el gran esfuerzo por no ocultarse y se plantó ante los periodistas y un grupo de acólitos que festejaron cada una de sus respuestas. Fue una escena confusa, con un Bielsa haciendo equilibrio en medio de las insoportables tensiones que provocó el fracaso que lo dejó al borde del final de ciclo. De todos modos, Bielsa fue igual a sí mismo. Ni el día y medio viajando en distintos aviones, ni los cambios de horarios, le hicieron perder el rumbo a sus sólidas y por momentos esquemáticas argumentaciones. El mismo rostro blindado de siempre para expresar en palabras su sistema de ideas. Los sentimientos no tuvieron lugar. Es que el técnico habla de su trabajo del mismo modo que juegan sus equipos: se trata de una gramática previa, el hombre está después. "Tengo una forma de pensar y no cambiaré. Los analistas hablan de gustos y de estilos y no de producción. Mantuve mi estilo, y mi estilo fue productivo. Sucede que no alcanzamos los resultados", explicó el técnico tratando de no limitar todo el análisis a los dos resultados negativos ante Inglaterra y Suecia. Ovación lo consultó si estaba dispuesto a repensar el sistema de juego del seleccionado, a la luz de los resultados. Un Bielsa tajante, contestó: "El estilo de la selección es el mismo que exhibimos durante 40 partidos. Lo verdaderamente reprochable hubiera sido cambiarlo en el Mundial. En cuanto a la producción, a mí me pareció suficiente, y merecimos más. Mi mayor autocrítica es que dispuse de un material excelente que no se tradujo en el equipo soñado". De este modo dejó en claro que el sistema de juego a la europea, casi sin pausa, sin jugadores que pongan el balón bajo la suela y que dio tan buenos resultados en la etapa clasificatoria, no está en discusión. Paradójicamente, la selección no encontró el triunfo justo en los dos partidos que más lo necesitaba, y ante equipos europeos. Bielsa dedicó palabras fuertes contra quienes lo critican de un modo oportunista. "No quiero tener un conducta demagógica. El fútbol está sostenido por el amor que tiene la gente por el juego, y la gente forma su opinión en parte por aquello que le dicen los analistas". Respecto de la sensación de frustración que vive el pueblo por el fracaso, Bielsa responsabilizó a ciertos periodistas: "La ilusión de que éramos los mejores del mundo la instalaron ciertos comunicadores y luego que está instalada, los mismos que lanzaron la afirmación comienzan a señalar que puede ser peligroso ir al Mundial como los grandes candidatos". Bielsa dio la cara en la derrota. Y vale. Ahora necesita que el fútbol argentino revalide o no las virtudes de su trabajo. Y abra una discusión sobre cierta estética futbolera, antes de que cristalice como un dogma.
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