Esta vez, no hubo rutina. El día de la selección argentina fue distinto, se rompieron un poco las estructuras desde que salieron en micro del estadio de Kashima, apenas terminaron de ganarle a Nigeria, en la apertura del Grupo F. El ambiente distendido se percibió en cada detalle. En la práctica matutina, cuando los titulares se estaban empezando a mover, desde adentro de una habitación se escuchaba: "Vamos, a seguir dando vueltitas". Hubo un poco de trote, el típico loco, a elongar durante unos minutos y el resto del día libre. Algunos recibieron la visita de sus esposas y salieron con ellas. El Cholo Simeone y Carolina, Pupi Zanetti y Paola, la Brujita Verón y Florencia. Juampi Sorín estuvo con su papá, Jaime, y su mujer, Sol. También apareció la mamá de Crespo, Susana, y los padres y la novia del Piojo López, Jimena. Muchos prefirieron quedarse en la concentración para ver los partidos de México (1-0 a Croacia) y de Brasil (2-1 a Turquía). Otros, agarraron un termo y se fueron a una playa bien cerquita del J-Village, Iwasawa. En este grupo se anotaron los tres arqueros (Germán Burgos, el titular Pablo Cavallero y Roberto Bonano), José Chamot, Gustavo López y los fisioterapeutas que trabajan con el preparador físico Luis Bonini: Marcelo D'Andrea -Dady para todos- y Lorenzo Buenaventura. Un poco de sol, distensión y mate. Al ratito llegaron el cocinero de la Selección, Diego Iacovone, y otro colaborador de la organización. Trajeron refuerzos: yerba, termos con más agua caliente y galletitas. El picnic en la playa feliz seguía a full. Hasta dos de los dirigentes que llegaron para estar con el equipo, José Luis Meiszner y Juan Carlos González, se acercaron a relojear la excursión. En tanto, una chica con un libro de "Fútbol fashion" se arrimó y Bati le puso su firma en la foto de la tapa y nadie más se dio por enterado de que el goleador andava suelto, disfrutando de su tarde de playa. (Olé, DyN y Ovación)
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