Benjamin Orón, embajador de Israel, visitó la semana pasada Rosario y dio algunas definiciones sobre el conflicto de Medio Oriente. Orón, de amplia experiencia en América Latina, vino invitado por la Asociación Israelita. -La ardua negociación de Belén se hace (la visita de Orón fue anterior al desenlace del asedio) en torno a la entrega de cuatro presuntos terroristas (luego fueron 13) ¿Qué sentido político y diplomático pueden tener estos más de 30 días de asedio, con un enorme costo de imagen internacional para Israel, para capturar o expulsar a 4 (13) terroristas? -No todas las decisiones políticas son tomadas en función de la opinión pública. En Belén se dio una situación en la que hay de 30 a 40 militantes armados, entre ellos terroristas que participaron en atentados, que abusan del concepto de asilo e inmunidad cristiano: no hay asilo para gente armada. Los palestinos han disparado siempre desde la localidad cristiana de Beit Jala, buscando una reacción israelí contra esta comunidad. Aunque, que esto (por el asedio a la basílica) no se ve bien, sí, es así. Pero no elegimos nosotros esta situación. Políticamente es lo último que queríamos. Algo similar ocurre con Jenín. Según ustedes la zona de destrucción total no es grande y los muertos palestinos no llegan a 50. Entonces, ¿por qué no dejar entrar a la comisión de ONU y pagar, nuevamente, un enorme costo de imagen y credibilidad? -El centro de la estrategia de Arafat fue crear una situación que llevara a una intervención internacional. Quiso crear un Kosovo: Jenín era el Kosovo de Medio Oriente. Hubo una orden de concentración y resistencia hasta la última persona y de poner trampas explosivas, para que esto fuera una tragedia que llevara a una intervención internacional. En los primeros días hablaron de miles de muertos, luego de 500, después dijeron que nosotros sacamos los muertos, después trajeron muertos: hay filmaciones sobre esto. En una misión de ONU hay que llegar al acuerdo sobre la composición del mandato. Y creemos que la formación de la comisión sólo miraba a determinar violaciones al derecho humanitario, dejando el contexto de lado. Jenín no era una colonia de vacaciones.
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