Sergio Faletto / La Capital
En un país donde la corrupción ha socavado los cimientos de la organización social, la sospecha cotiza por encima del dólar, pero la clase dirigente sigue evadiéndose de esta realidad y continúa devaluando la credibilidad. El fútbol está dentro de este contexto por mérito propio, gracias a los intereses que la AFA prioriza en cada una de sus dudosas determinaciones, en las que el sentido común es sustituido por la conveniencia individual. Y así quedó ratificado una vez más con la decisión de programar en diferentes horarios los partidos en los que se definen nada menos que el título y el descenso directo. Arbitrariedad cuestionada por casi todos, porque los directivos de los clubes en pugna priorizaron una vez más la obsecuencia al poder que reside en calle Viamonte. Hoy cualquiera puede afirmar que en la próxima fecha River y Argentinos tienen la posibilidad de contar con una ventaja deportiva, porque sus competidores directos por el campeonato y el promedio, respectivamente, jugarán con anterioridad y no a la misma hora como las normas y la lógica imponen. Gimnasia comenzará su encuentro con Talleres el domingo una hora y media antes del que sostendrán River y Argentinos. Mientras que Unión visitará a San Lorenzo el sábado a las 17. Entonces el conocimiento previo de estos resultados les permitirá a los equipos de Ramón Díaz y Jorge Solari jugar con mayor o menor intensidad. Si Unión gana, Argentinos ya estará descendido y su resistencia frente a River será diferente. Si Gimnasia pierde, River será campeón antes de jugar y Argentinos tendrá un adversario relajado, que gravitará en caso de que los tatengues hayan empatado o perdido el día anterior. Los intereses de River y Argentinos estarán obligados a competir sin concesiones sólo si Unión empata o pierde y Gimnasia gana, ya que los puntos en juego serán vitales para sus respectivas aspiraciones. Es una lástima que la AFA haya abierto otra vez la puerta de la suspicacia, porque las excusas de la seguridad y el peso económico de la televisión no justifican un nuevo golpe a la confianza colectiva. Y el público hoy está en todo su derecho de relativizar la legitimidad del torneo Clausura, porque los responsables de la organización ya ni siquiera se preocupan por parecer.
| |