Año CXXXV
 Nº 49.442
Rosario,
domingo  07 de
abril de 2002
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Análisis: La hemorragia eterna

Mauricio Maronna / La Capital

En el fondo del túnel en el que se convirtió la Argentina puede haber una luz, pero no se sabe si es la de la esperanza o la de un tren que viene de frente a 200 kilómetros por hora.
El ilusionante panorama institucional que alumbró en el 83 alcanza hoy ribetes de una gravedad tal que ruborizaría a cualquier dirigente con sentido común, pero, se sabe, la capacidad de asombro se perdió allá lejos y hace tiempo. Veamos: dos de los tres presidentes elegidos democráticamente (Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa) debieron retirarse anticipadamente del poder y el restante (Carlos Menem) estuvo detenido por la venta ilegal de armas. Y nadie, por ahora, desmiente que el riojano no pueda volver a recorrer el mismo camino. Completando la escena, Domingo Cavallo, el superministro y padre de la criatura que extasió durante casi una década a los argentinos, está apresado en un bucólico pabellón de la Gendarmería.
Si la única verdad es la realidad, las cuestiones objetivas, empíricas e increíblemente cotidianas les dan sustento a los sondeos que siguen mostrando el absoluto descrédito de la clase dirigente. Encuestas a las que tuvo acceso La Capital indican que en Rosario apenas dos presidenciables pueden mantener el sueño de acceder por el voto popular a la Casa Rosada: Elisa Carrió y Carlos Reutemann.
Sin embargo, aunque la imagen de ambos puede considerarse alta en comparación con el resto, ninguna medición supera la barrera del 26% de intención de voto. De haber elecciones hoy, el sufragio de la bronca volvería a imponerse por amplio margen.

Los "cuernitos" de Merlo
Las oscilaciones del gobierno nacional, del dólar, de los índices inflacionarios y del ánimo popular tornan ilusorio, sin embargo, hablar de una fecha cierta para la salida electoral. "Estamos como Racing: cada día es una final y a veces lo único que nos queda es hacer los cuernitos como (Reynaldo) Merlo para que el dólar o la inflación no nos saquen de la cancha", se confiesa con sonrisa forzada un secretario de Estado.
La grave encrucijada del gobierno fue anticipada por este diario el domingo posterior a la primera reunión (el 6 de marzo) que mantuvieron los representantes del FMI con los funcionarios de Economía. Para que el organismo supranacional le otorgue un bonus track de ayuda financiera a la Argentina, Duhalde y los gobernadores deberán dejar un tendal de trabajadores públicos en la calle, engrosando la interminable lista de desocupados, y sacar de circulación a los 14 bonos federales y nacionales, única moneda disponible en varias de las pauperizadas provincias argentinas.
Haber celebrado el default como un gol de la selección de Bielsa a Brasil no fue gratuito ni inocente. "Los países más poderosos de la Tierra rompieron relaciones comerciales y políticas con la Argentina", graficó con voz brutal el gobernador bonaerense, Felipe Solá.
El cuadro de situación revela un dilema no menos brutal para el apenas discreto gobierno duhaldista: sin ayuda del Fondo no habrá mejoría en la diezmada economía del país, y si llegan los recursos (ajuste mediante), las movilizaciones y la protesta social harán ingobernable la situación.

Colgados del travesaño
"Tenemos que aguantar, aunque debamos vivir colgados del travesaño", fue la otra metáfora futbolera que eligió el informante para describir el futuro.
La caída en picada de la Argentina, la pauperización de sectores cada vez más amplios, los millones de habitantes que conviven con la pobreza, el diálogo roto entre gobernantes y ciudadanos, la anomia y la desesperanza fueron algunos factores que hicieron reaparecer en escena, el viernes, la trágica violencia urbana y, como consecuencia, a los portavoces de la mano dura.
Adjudicarle la responsabilidad absoluta a la situación social por tantas muertes absurdas es un reduccionismo. Pero lo cierto es que anteayer en el desmadrado conurbano bonaerense y en la Capital Federal sonaron las balas y no las cacerolas.
La socióloga Beatriz Sarlo anticipó el escenario con precisión en su libro "Tiempo presente": "Para quienes se cayeron del sistema la idea de que la sociedad es un espacio donde hombres y mujeres no están inevitablemente destinados a la frustración y al fracaso es débil y remota. Más bien, su experiencia señala lo contrario: que sólo excepcionalmente el fracaso pueda evitarse".
A pesar de que el presidente Duhalde diga que la Argentina está "condenada al éxito" y que, de vez en cuando, algún referente del poder habite por unos días un pabellón de Gendarmería, es necesario que de una vez por todas la dirigencia actúe desde el ejemplo como cauterizante de una hemorragia que lejos está de coagular.


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