¿Para qué se reúnen?, interrogó el viernes La Capital a un dirigente del peronismo provincial que ingresaba a la sede de ese partido. "Para asegurar que no se nos escape la tortuga", respondió con una sonrisa.
En el escrito con que el ex presidente Fernando de la Rúa formuló su descargo ante la jueza María Romilda Servini de Cubría por la represión del 20 de diciembre en la que murieron cinco personas en la Plaza de Mayo, el ex presidente explica que fue víctima de un complot. En síntesis, dice que sobre la base de un estado de violencia latente que se venía viviendo en el país se montaron hechos de premeditada provocación que llevaron a la tragedia.
Para respaldar su afirmación, entre otros argumentos el ex mandatario menciona en un párrafo que "el gobernador de Santa Fe, Carlos Reutemann, el 15 de marzo último removió a su ministro de Gobierno por la represión de esos días, que registró siete muertos". En Rosario, en este caso.
El viernes, luego de mucho tiempo, el gobernador pasó casi tres horas en la sede del Partido Justicialista de Santa Fe, invitado por el consejo provincial partidario, que sesionó ese día. Al salir, interrogado sobre la afirmación de De la Rúa, la desmintió enfáticamente: "Si esa es la razón de la remoción de (Lorenzo) Domínguez, me parece que (De la Rúa) está equivocado".
¿Cuál es, entonces, la razón por la que sorpresivamente -incluso para el propio involucrado- Reutemann tomó la decisión del recambio?
Si nos atenemos al argumento que el propio gobernador brindó el 18 de marzo después de tomar el juramento de rigor a Esteban Borgonovo como nuevo ministro de Gobierno, Domínguez se fue por "razones políticas". Convendrá el lector en que se trata de una respuesta que economizó en demasía cualquier explicación. ¿Cuáles son esas "razones políticas" con cuyo filo Reutemann cortó la cabeza de su colaborador?
En busca de pistas
El viernes, en su elíptica respuesta al ex presidente De la Rúa, el gobernador acaba de brindar una nueva pista. Dijo que el radical se equivoca en su escrito al considerar que Domínguez fue eyectado de la Casa Gris por la represión policial en Rosario, que arrojó siete muertos el 20 de diciembre.
Aunque suene increíble, no hay por qué dudar de este dato. Lo suministra quien adoptó una decisión que puso en práctica recién mucho tiempo después de que se produjeran los hechos lamentados y sin que éstos, hasta ahora, hayan conmovido en lo más mínimo el resto de la estructura oficial encargada de administrar la cosa pública.
De modo tal que la acusación a Reutemann respecto a que se demoró en sancionar a algún responsable político por esos hechos es del todo infundada. Claro está que el gobernador no pensó ni tiene pensado hacer tal cosa. Y que el alejamiento de Domínguez se debió, en su decir, a alguna otra causa. Ahora bien, ¿cuál? \La noche del 15 de marzo alguien inobjetable del gobierno dijo que el ministro era relevado del cargo "por el avance de la izquierda en Rosario". Desde entonces, esa explicación siguió en la oscuridad. Hasta el viernes en que los peronistas se reunieron con el gobernador "en un 90 por ciento del tiempo para analizar la situación social", según también dijo éste a tres periodistas al salir de ese encuentro.
Se analizó la situación social del país, la provincia y, fundamentalmente, de la ciudad de Rosario. En ello se insumió la mayor parte del tiempo. Consultado sobre si habían hablado de su candidatura presidencial -como era intención de más de uno de los presentes- su respuesta fue: "No fue un tema que se habló en profundidad. En el noventa por ciento de la reunión se trató la cuestión social". Es decir que, sin "profundidad", su eventual candidatura presidencial estuvo presente en el encuentro. Tanto más como que, inéditamente, la mayoría de los asistentes (incluyendo las caras que hacía mucho que no se veían por el partido) coincidió en desinflar el tema, como si se hubiesen puesto de acuerdo.
De modo tal que la presidenciabilidad de Reutemann como objeto de la reunión del viernes no habría pasado de los efusivos saludos "al próximo presidente" con que fue recibido o el cerrado aplauso cuando hizo su ingreso al recinto de las deliberaciones. Hay que admitir que es bastante poco para los muchachos que habían alentado inflar la expectativa previa avisando a la prensa ("a condición de que nadie se entere") que la reunión pretendía poner en una suerte de blanco sobre negro a la máxima ambición del reutemismo. Porque una cosa son los plazos formales que Reutemann ahora ubicó en febrero o marzo del 2003, fecha en que se haría una interna abierta para elegir al candidato presidencial del peronismo que intentará suceder a Duhalde. O, como deslizó casi al pasar y sin ingenuidad ninguna, tal vez "alguna encuesta para ver quién es el mejor posicionado" por si los tiempos sociales hacen que para entonces todavía resulte indigerible para la población una interna partidaria. Otra cosa es la campaña de "posicionamiento" que requiere de tiempos más amplios y, en el caso de Reutemann, de reaseguros extras para evitar desgastes de la acción de gobierno más allá de lo necesario a fin de que no le pase lo que a Carlos Ruckauf o algún otro.
Asumo el desconcierto que pueda tener el lector a esta altura. ¿Qué tienen que ver el recambio de Domínguez, la presidenciabilidad de Reutemann y la situación social provincial y rosarina entre sí? Intentemos ver si existe algún nexo.
Reutemann no tuvo más remedio que admitir que la situación en Rosario "es de un equilibrio siempre precario que tiende a agravarse". Se le refirió que los curas que ayudaron durante un mes en la plaza San Martín y que el jueves pasado estuvieron en la Legislatura le advirtieron a los diputados que "así las cosas, no se llega a mayo". Dicho esto así, bien valen la pena una y muchas reuniones para analizar qué hacer frente a tan inquietante panorama. ¿Verdad que sí? \Sin embargo, esa reunión no fue en la Casa Gris. Fue en la sede del PJ. Es comprensible que siendo el peronismo el partido oficialista esté preocupado por la situación, pero... Siempre hay un pero. Pero se entiende que una estructura político partidaria adopta decisiones de política partidaria, para las políticas de Estado está el gobierno, ¿o no? \Fue el gobernador quien asistió al partido y no la conducción de éste al gobierno. Alguna razón política movió a incluir la cuestión en la agenda y a convocar de urgencia a la sede peronista a la secretaria de Promoción Comunitaria, Adriana Cavutto. ¿Qué podía ser? Un agravamiento del estado de cosas merecería una sesión extraordinaria del gobierno, sólo una complicación política movería al partido.
"Es que en Rosario nos están haciendo lo que quieren", respondió alguien, creyendo señalar que la tortuga asomaba su cabeza. "Los curas estuvieron un mes en la plaza San Martín frente a la sede del gobierno provincial y después se vinieron a la Legislatura reclamando por una asistencia social que otorga la Nación pero que distribuye el municipio". Así se comenzó a distinguir la silueta de la tortuga.
Cuando le decretaron la salida compulsiva a Domínguez también habían dicho que la plaza San Martín llena de carpas no había sido ajena a las razones de la decisión. A las "razones políticas". Con lo que entre la situación social de Rosario y la ida del ministro parece que sí existió algún nexo. Es sabido que el ex ministro llevó en su momento gestiones de persuasión que no evitaron que los sacerdotes pusieran la carpa y con ellos se multiplicara en el paseo esa suerte de Fonavi de lona que irritaba a Reutemann "pero que Binner ni siquiera veía porque no se lo pusieron frente a su ventana", según se quejaban por entonces en Santa Fe.
Los costos políticos
He ahí la caparazón del quelonio. No es novedad que cuando en la Casa Gris hablan de "izquierda" una de las acepciones es precisamente el Frepaso o si se quiere el PSP que gobierna en Rosario con Hermes Binner. Conforme este razonamiento el gobierno provincial estaría pagando el costo político de la crisis social en la ciudad sin que esto afecte al intendente ni al municipio, siendo que este último es quien debe repartir la ayuda que le llega desde la Nación.
Con algunos dejos de obsesión por momentos las deliberaciones del viernes de la cúpula peronista dejaron en claro que están preocupados por el manejo discrecional que tiene la Corriente Clasista y Combativa en Rosario en el reparto de la ayuda social y en crearle protestas al gobierno provincial. Dieron a entender que desde donde se le flanquearía esos espacios es, precisamente, desde el municipio de Rosario. ¿Este es el avance de la izquierda? ¿Es este el dato político que movió a la inquietud partidaria de analizar la situación social, comenzar a ganar protagonismo público, insertar sus estructuras en las asambleas barriales y cualquier otra medida de contraofensiva que se pueda haber conversado? \Finalmente, qué tiene ello que ver con que Reutemann sea o no candidato a presidente en las supuestas internas abiertas de su partido en febrero o marzo del 2003. "El Lole afirma que para suceder a Duhalde primero tiene que decidirse a ser candidato y luego ganar las elecciones. Nosotros, además, sabemos que antes que todo eso Reutemann debe asegurar que su gestión en la Gobernación no caiga en la rodada, como le pasó a Ruckauf, porque sino no tendrá chances ni siquiera de decidirse". Los muchachos aseguran que el viernes no defraudaron la expectativa que sembraron con anticipación. "Según como se lo mire hablamos un noventa por ciento de la situación social o un ciento por ciento del futuro de Reutemann". He ahí la tortuga entera. Un primer dirigente que entraba el viernes y que refirió la metáfora de la tortuga hizo un agregado: "Tampoco queremos que nos roben la tortuga", aseguró.