Tomando su acostumbrado té previo a la función de teatro, en la porteñísima avenida Corrientes, Emilia Mazer hace destellar sus ojos claros pensando en lo que vendrá. No quiere hablar de proyectos futuros "porque en cualquier lugar que estés trabajando hoy en la televisión argentina, nadie sabe nada, no hay ninguna certeza a mediano ni largo plazo". Se define escéptica por naturaleza y no visualiza mejoría inmediata para un país muy empobrecido. Sin embargo, pide: "Más que nunca necesitamos salir del encierro que es mucho más profundo que el corralito. Hagamos volar nuestro espíritu", exhorta, recordando un inspirado graffiti callejero.
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