Año CXXXV
 Nº 49.373
Rosario,
lunes  28 de
enero de 2002
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El reclamo popular apunta al gasto del Palacio Vasallo
El odio hacia la clase política retumba en el Concejo Municipal
Algunos ediles hacen autocrítica, mientras otros hablan de reducir el número de representantes

El descrédito de la clase política, potenciado en los últimos días por la crisis económica, tiene en Rosario un destinatario claro: el Concejo Municipal. Y aunque muchos no lo admiten, el fenómeno preocupa a los legisladores locales, que por estas horas hablan de autocrítica -los más moderados- o de reducir en forma urgente el número de representantes. Algo es seguro, la gente espera una señal clara de ajuste en el gasto político y en la ciudad todos los dedos apuntan al Palacio Vasallo. Esta situación quedó definitivamente expuesta ayer, cuando una vez más los vecinos de Alberdi se juntaron y no se escucharon precisamente palabras de aliento hacia los representantes del cuerpo (ver aparte).
Algunos episodios y declaraciones de los últimos días encendieron una luz de alerta. El miércoles pasado, un grupo de concejales tuvo que salir corriendo y buscar resguardo detrás de un cordón policial cuando entidades barriales se concentraron frente al edificio de Córdoba y 1º de Mayo para exigir alimentos y planes laborales. Es más, hasta voló algún que otro puñetazo al aire y se lanzaron insultos en medio de un clima realmente tenso.
Desde hace varios días, un petitorio pidiendo que se reduzca la cantidad de ediles circula por la ciudad y hasta el propio intendente Hermes Binner lo firmó "como ciudadano". Mientras tanto, el concejal cavallerista Ricardo Marengo se negó a participar de una asamblea de vecinos por temor a una "pueblada" y, aunque estuvieron lejos de los desbordes, los vecinos se acordaron muy bien del Concejo y sus integrantes.
Luego del autodenominado Foro de Alberdi, Marengo dijo que está de acuerdo con el reclamo de los vecinos y adelantó que su partido estudia una "reducción significativa" del número de integrantes del cuerpo. El edil confesó además que "la crítica de la gente preocupa" a los legisladores, aunque subrayó que "muchas son injustas, porque engloban a todos los sectores".
A la hora de analizar el gesto de Binner, que firmó el petitorio a favor de la reducción del número de ediles, Marengo consideró que el jefe comunal lo hizo "por la presión de la gente". Pero el cavallerista fue más allá y dejó en claro que está a favor de la reducción de legisladores, pero no de transformar el Concejo en "una parodia: una ciudad con un millón de habitantes con ocho concejales es una parodia de cuerpo legislativo. Hay que hacer el ajuste, pero seriamente", sentenció.
Otro de los que se sumó a las críticas hacia la actitud del intendente fue el radical Pablo Cribioli. "Me preocupa que actúe de una forma como ciudadano y de otra como intendente, ya que en los dos años en que fui presidente del Concejo jamás me dijo que había que reducir el número de ediles", señaló. Cribioli señaló además que "hasta que se logre la autonomía municipal, todo lo que se diga es pura mentira y demagogia".
El ex presidente del cuerpo admitió estar "muy preocupado" por el descrédito que el Concejo tiene entre la gente. "Hemos cometido errores, pero no tan graves como se presentan", indicó.

"Una clase sin autocrítica"
Por su parte, el concejal radical Raúl Milano consideró que "la clase dirigente de este país y de esta ciudad no hace autocrítica". El legislador señaló que "el Concejo Municipal es la expresión de todos los partidos políticos, por eso la gente lo critica mucho más que al intendente", al tiempo que destacó que entre la población "hay mucha bronca acumulada".
Otro de los que intentó explicar el enojo popular con el Concejo fue el ex ucedeísta Federico Steiger, quien estimó que "la gente descarga su bronca contra los cuerpos legislativos por la lentitud que tienen y porque muchas veces no dan soluciones concretas".
El edil aseguró que la autocrítica es "permanente" y afirmó que "el de Rosario es un cuerpo burocrático, cuando debería ser reducido, muy austero y eficiente".
La concejala oficialista Patricia Lagarrigue, en tanto, consideró que "la autocrítica es importante" y remarcó que las asambleas populares "tienen que ser escuchadas", al tiempo que su par de bancada Raúl Lamberto opinó que "el descrédito general que tienen los sistemas parlamentarios es lo que hace que la gente apunte su bronca hacia el Concejo Municipal".
También el radical celeste Pablo Javkin apuntó que "el Concejo es el centro de la bronca porque hay un desprestigio muy fuerte de los cuerpos legislativos" y aseguró que "ese es un descrédito lógico y entendible".
Para Javkin, esta situación "sólo se revierte con ejemplaridad y escuchando a la gente". Y ese clamor popular es lo que preocupa por estas horas a los legisladores. Hay bronca y desilusión, y cada vez que se acercan a los barrios las críticas suenan con fuerza. Es hora de cambios y las cacerolas están atentas. Mientras tanto, por los pasillos del Vasallo la preocupación ya es moneda corriente.



El Concejo es blanco del cuestionamiento a la política.
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