"Hace nada más ni nada menos tres años que laboralmente vengo a los tumbos. Por cada dos meses que tengo un empleo, otros dos estoy parado". Con esta historia, Elio Rodríguez (42) llegó ayer al consulado de Bolivia. Y su caso no difiere demasiado de las quince personas que, diariamente, se acercan a esta sede diplomática requiriendo información sobre las posibilidades de radicarse en La Paz, Sucre o Santa Cruz de la Sierra. Según parece, la esperanza de encontrar un porvenir en otras latitudes no se termina en España, Italia o Estados Unidos, sino que ahora también se extiende a países latinoamericanos que, hasta hace poco, no se habrían visto como destinos prósperos.
El aumento de consultas sobre los requisitos para instalar un pequeño comercio o las chances de conseguir un trabajo sorprendió incluso a las autoridades diplomáticas. "Hace unos meses no llegaban hasta el consulado más de dos o tres personas por semana. Después del corralito, recibo unas quince por día", aseguró la cónsul de Bolivia en Rosario, Margarita Arauz.
Y la demanda llegó también, aunque en menor medida, hasta las puertas del consulado de Paraguay. "Las consultas no son muy formales, pero efectivamente hay una mayor demanda de información sobre las oportunidades que hay en el país", sumó la cónsul de Paraguay, Elisa Marlene Galaverna de Osella.
En la sede diplomática de Perú, en cambio, sólo se presentan quienes tienen familiares peruanos. "No hemos recibido a ciudadanos comunes que busquen emigrar por la situación que vive Argentina", indicó el cónsul adscripto, Lancet Ludueña, ante la consulta de La Capital.
¿Qué posibilidades pueden ofrecer Bolivia o Paraguay a los inmigrantes argentinos? es la pregunta que en las sedes diplomáticas se elude responder. "No somos España o Italia, pero...", sugirió Arauz.
En cambio, Elio Rodríguez tiene otras expectativas. No busca hacer la América, sólo pide un salvavidas y recuenta algunas experiencias que conoce: "Un amigo se fue con un capital muy chico y puso una casa de fotos. Acá no tenía nada y allá está creciendo económicamente. Otro muchacho que es técnico en audio emigró a Asunción del Paraguay; cuando antes de irse haciendo arreglos acá no sacaba ni para el colectivo ahora tiene un pequeño negocio".
Perfil del emigrante
De esta forma, resume más o menos el perfil de quienes llegan a los consulados de países latinoamericanos pensando en la posibilidad de emigrar. Suelen ser personas de clase media que tienen alguna profesión o calificación técnica y pequeños comerciantes que, por estos días, vieron cómo sus ingresos caían drásticamente.
Elio tiene 42 años y durante mucho tiempo trabajó en venta, organización y logística en Correo Argentino. De allí pasó a otras empresas del rubro y, desde el 98, no encuentra un empleo estable. Su mujer tiene 33 años y trabaja en un laboratorio odontológico que hasta hace unos meses tenía más de 100 empleados. "Hoy la mitad está de vacaciones y el resto se mira sin saber qué hacer", contó.
La pareja tiene un hijo de 2 años y otro en camino. "El desarraigo es horrible, ser extranjero es difícil. Pero, actualmente, yo puedo bancarme no tener plata ni para comprar un pantalón, lo que no puedo soportar es tener que negarles cosas a mis hijos", se lamentó Elio.
Con esta queja ya golpeó las puertas de los consulados de España, Uruguay, Paraguay y, ayer, de Bolivia. Sabe que las posibilidades en estos países son inciertas. Pero son tan inciertas como su presente en Argentina.