La salida de la convertibilidad, después de 10 años de uno a uno, plantea un nuevo escenario para el campo argentino y uno de los mayores desafíos es reconstruir la base contractual de los negocios y el sistema de formación de precios para los distintos productos agrícola-ganaderos. El nuevo contexto, plagado de incertidumbre y reglas poco claras, obliga a los productores a sacar las viejas calculadoras de los cajones para hacer nuevos números, más de una vez al año y agudizar la clareza mental para la toma de decisiones en un contexto de inestabilidad cambiaria.
La salida de la convertibilidad encuentra al sector sometido a una profunda crisis agudizada en las últimas semanas con el corte en la cadena de pagos, la parálisis del mercado granario, las deudas que no se pesifican y mucha incertidumbre. Sobre el fin de semana, el gobierno había tomado nota de esta situación y prometió disponer las medidas para superar estas trabas. De hecho, ya había recomenzado, con algunas operaciones, a funcionar el mercado a término.
Qué incidencia tuvieron los diez años del uno a uno y qué posibilidades puede significar la nueva paridad para el sector es una de las preguntas que intentan responderse los distintos actores de la cadena agroalimentaria aún con la poca luz del escenario.
Para analizar el futuro del sector agropecuario, es fundamental poder hacer una rastreo de su situación actual, tarea que se dificulta más cuando de arranque hay reglas poco claras y lo que está escrito hoy puede cambiar mañana.
La coyuntura se presenta difícil, a riesgo de consolidar una situación que signifique la expulsión de más productores del sistema como se ha venido dando en los últimos años y profundizar aún más el quiebre de un modelo económico sustentado a lo largo de diez años en la convertibilidad.
La cadena de pagos está cortada. Las empresas de insumos no dan precios. El mercado granario y las exportaciones están paradas desde hace más de tres semanas. No se pesificaron todas las deudas y el corralito atrapó a más de uno.
Una de las aristas más complicadas y necesarias para el arranque del sector son las nuevas reglas que regirán de ahora en más para redefinir los acuerdos y establecer los nuevos parámetros para la formación de los precios de los productos agrícola-ganadera.
Los hilos de la madeja
En la teoría, la palabra devaluación está asociado a una mejora de la rentabilidad para las empresas exportadoras, a partir de la valorización que en el mercado interno tiene la moneda fuerte que reciben del exterior. Pero los cálculos no son simples y directos, porque lo que se gana por un lado puede perderse por otro. Según algunos economistas, la salida de la paridad un peso un dólar tendrá distintas implicancias para el sector agropecuario según el tipo de actividad que desarrollen los productores y su incidencia en el sector va a ser despareja. Aquellos productos que mayoritariamente se exporten -como ser los granos- tendrán ventajas sobre aquellos que se comercializan esencialmente en el mercado nacional. Un ejemplo de esta última situación lo constituyen los productos ganaderos: carnes y leche.
Estas últimas actividades verán incrementados sus costos de producción por la incidencia de insumos importados (agroquímicos, productos sanitarios, maquinarias y repuestos) y del "nuevo precio" de los alimentos forrajeros, cuyo costo de oportunidad será su cotización en el mercado internacional. Los costos directos podrán alcanzar un incremento del 15%, dependiendo del modelo tecnológico y respetando el tipo de cambio oficial establecido hasta el momento 1,40.
En el caso de las empresas agrícolas habría una mejora en la rentabilidad del orden del 20% y el impacto más fuerte sería en el recorte de los gastos fijos (fletes, costos de cosecha) y no de los variables, donde están las semillas o agroquímicos (hasta ahora dolarizados). Asumiendo que la maquinaria agrícola en un 30 % es de costo nacional, que los combustibles no aumentan de precios, que la labores suben entre un 15 y 20 %, los costos de producción no subirían igual que la devaluación por el cual este sector se beneficiaría.
Sin embargo esto cálculos pueden tener sus bemoles, con una serie de medidas que aún falta establecerse y que pueden tener una real incidencia en las cifras finales.
Uno de los puntos que complican el panorama es el nivel de endeudamiento que tiene el sector agropecuario y que estaría en el orden de los 9 mil millones dólares sumando las acreencias con el sector comercial y bancario.
"Si colocás estos números el actual contexto, esa deuda de 9 mil millones del sector agropecuario son las importaciones del sector primario de un año", explicó el economista Juan Rebollini, de Agropuerto.com. "Es lógico que estás vendiendo a 1,40, tenés que pagar los créditos al menos a 1,40, porque dentro de los costos empresarios por año, una gran parte de la renta adicional que genera la devaluación va a pagar esa deuda", graficó.
Ante este panorama, el optimismo generado por una mayor rentabilidad se minimiza en función de las deudas que tiene el sector.
Hipótesis futura
Para el especialista, de no resolverse una equilibrada ecuación entre devaluación y deuda, podría generar una combinación explosiva que agudice la estructura de concentración que se fue consolidando en la última década. "Los productores chicos y medianos van a salir más rápido de la actividad porque va a venir dinero de otras actividades, de gente que no está endeudada y así van a obtener mayor rentabilidad", indicó Rebollini.
Juan Carlos Porstmann, de la Fundación Fortalecer, profundizó el análisis y señaló que el retroceso puede ser mayor en aquellos productores que no venden su producción en mercados internacionales como los ganaderos y tamberos ya que sus deudas en pesos se incrementarán en un 40%, si exceden el límite de los 100 mil dólares y se paga al cambio oficial.
Lo cierto es que el sector está haciendo hipótesis en base a reglas poco claras ya que se han quebrado dos importantes ejes como es la negociación de los contratos y la formación de precios.
A modo de ejemplo, el mercado granario estuvo paralizado desde hace más de tres semanas mientras se resolvía el tipo de cambio para la exportación, la devolución del Iva a las exportaciones, la prefinanciaciones, entre otros puntos. Además, la incertidumbre sobre a qué precio pactar las operaciones realizadas el año pasado, derivó en una parálisis que, entre otras cosas, acicateó el malestar en el interior que terminó cono el casildazo. Finalmente los exportadores aseguraron que pagarán los contratos viejos a 1,40.
Esa cuestión es clave porque se convierte en un caso testigo para el reacomodamiento de precios en toda la cadena. Al entrar este tema en el régimen de contratos privados, también puede dar una idea sobre cómo renegociar los contratos a nivel general en la economía.
Hasta el momento se sabe que los insumos para el agro seguirán dolarizados al cambio oficial, que se pesifican las deudas de hasta 100 mil pesos y según aseguró esta semana el presidente Eduardo Duhalde, no habrá retenciones para las exportaciones agropecuarias, uno de los grandes fantasmas para el sector.
"La devaluación con reglas claras, certidumbre, desarrollo, desgravación de la actividad productiva y seguridad jurídica puede ser una alternativa para el sector pero no en un contexto como el actual, sin mercados, sin financiamiento y con tanta incertidumbre", indicó Juan Rebollini.
Para el economista los puntos esenciales a resolverse en lo inmediato son:
u Clarificar la situación tributaria de las importaciones e exportaciones
u El nivel de aranceles
u Reducción de impuestos
u Que pasa con el factor de convergencia
u La reglamentación de los mercados de futuros.
u Refinanciación de pasivos, entre otros
En este contexto, hablar de convertibilidad parece ser algo de un pasado muy lejano pero el almanaque indica que son apenas dos semanas contra diez años del uno a uno. En el sector, hacía tiempo que se venía discutiendo de la necesidad de salir de ese cambio fijo, que había quitado competitividad a nivel externo, con un retraso cambiario importante.
Consultados los especialistas acerca de que significó la convertibilidad para el campo, en el análisis aparecen algunas cosas positivas.
Para Juan Rebollini, el régimen del uno a uno le trajo al campo reglas claras. Le permitió una apertura a la economía, acceso a tecnología y precios de insumos en una moneda con cierta certidumbre. "La incorporación de tecnología que fue lo que le permitió al país mantener la competitividad a pesar del retraso cambiario",indicó el especialista. "Perder esa incorporación tecnológica sería contraproducente ya que los productos dejarían de ser competitivas a largo plazo a nivel internacional.
También destacó el empuje que significó la desregulación del comercio y las empresas de transporte, por lo que el sector agroportuario fue el que más invirtió y creció en ese marco de "apertura y estabilidad".
El consultor, Fernando Botta coincidió con su colega en que la desaparición de los tipos diferenciales y sobre todo, de las retenciones a las exportaciones, les permitió a los productores recibir el precio internacional de los productos en forma plena. Pero también destacó que hubo diferencias en cuanto a su impacto en los distintos tamaños de empresas, sobre todo las familiares o más pequeñas.
De todas maneras, Rebollini destacó que los tres primeros años de la convertibilidad produjeron un retraso importante en el tipo de cambio por lo cual los costos argentinos se encarecieron.
Los mismos productores recuerdan ahora con cierta añoranza, cómo se acostumbrado a hacer números una vez al año, buscar financiamiento, proyectar sus inversiones a más largo plazo por lo cual volver a la inestabilidad cambiara le desata viejos fantasmas del pasado. "Habrá que volver a hacer los números más de una vez", graficó un productor de Entre Ríos preocupado por cómo será de ahora en más volver a sacar la calculadora cotidianamente."Tomar decisiones ahora nos da pánico", agregó.
Un viejo operador del mercado granario comentaba que los corredores más jóvenes no tienen la gimnasia de épocas anteriores por lo cual necesitarán un mayor entrenamiento para adecuarse al nuevo contexto. "Si bien no hay mercado, siguen pensando bajo la lógica del uno a uno".
En rigor, ya están pensando que van a necesitar nuevos parámetros para volver al negociar, por lo cual los "quintales" volverán a ser la medida de referencia.
Alguna conclusión
"En Argentina la devaluación nunca fue reactivante porque siempre empezaron a subir los costos", indicó Rebollini "El problema es recrear la industria que hoy no existe y no cerrar la economía porque nos vamos a ver con serios problemas de desabastecimiento", advirtió el economista.
También indicó que los períodos en que mayor crecimiento tuvo la producción agropecuaria en el país fueron en aquellos donde el crédito fue barato, a tasas competitivas y a largo plazo. "En este momento no están dadas las condiciones para un despegue del sector ya que no se puede separar de la situación general", concluyó.
Para Carlos Seggiano, otro economista de Fundación Fortalecer, el cambio de modelo era inevitable y la producción se beneficia con el mismo, siempre y cuando sea acompañada por una serie de medidas.
"El gobierno ahora está atrapado en resolver el corralito y se pierden de vista algunas cuestiones que atañen a reactivación", indicó el especialista "Es inconsistente pesificar los activos de los bancos y dolarizar los pasivos, de esa manera se eterniza el corralito. La idea es que se pesifique todo", se explayó.
De todas maneras, los especialistas consultados hicieron especial hincapié en los efectos que puede tener esa devaluación en las distintas producciones por lo cual habría que tomar medidas especiales para cada sector.
Para Fernado Botta, mantener la relación de cambio un peso/un dólar no es un objetivo en sí mismo, pero sí lo es lograr la estabilidad cambiaría (no por una ley, sino por el establecimiento de pautas macroeconómicas lógicas) es una condición necesaria para el sector y para que pueda expresar todo su potencial con igualdad de oportunidades.
En definitiva, falta un largo camino para recorrer para que se concreten las expectativas de que la producción ocupe un lugar central en la economía del país, sobre todo, faltan definiciones.