Para el veraneante que llega a esta ciudad, llamada con orgullo por los cordobeses como "el corazón del valle de Calamuchita", además de la belleza de sus paisajes, el clima benigno, la serenidad del ambiente y las distintas actividades programadas por la Dirección de Turismo de la Municipalidad, también es posible disfrutar de aspectos históricos y culturales, que deparan más de una sorpresa.
Las dos principales reliquias son el Museo de Arte Religioso y La Estancia, que se alzan como claros testimonios de la labor que realizaron los sacerdotes jesuitas en esta parte de la provincia de Córdoba.
La Estancia es un establecimiento que permite que nos transportemos en el tiempo a casi dos siglos atrás, cuando se comenzó a construir, más precisamente en 1790. El edificio principal, terminado en 1830, hoy convertido en un importante comedor que alberga exquisitos platos y bulliciosas fiestas paquetas, invita a recorrerlo pausadamente para apreciar los detalles arquitectónicos de aquella época.
El enorme parque que lo rodea es un verdadero prado con su césped prolijamente cortado, que hace resaltar a una abundante arboleda añosa y las múltiples plantas con flores delicadamente ubicadas en las inmediaciones.
El silencio es el marco perfecto para ubicarnos en los años en que allí se desarrollaba una importante actividad social, ya que allí se permitió que distintas reparticiones funcionaran por primera vez, como el correo, la policía, la escuela y hasta un hotel.
Con la llegada de los jesuitas al valle de Calamuchita se reactivó el uso del camino real incaico, que cruza al enorme predio de norte a sur, en una extensión de más de 12 kilómetros con una frondosa arboleda en su mayor parte. A raíz de esa actividad se procedió a la construcción de la estancia para que sirviera como asentamiento de una posta para recambio de caballos y mulas a las caravanas que viajaban hacia Potosí. La huella más fuerte de esa epopeya es el acueducto que se hizo para abastecer a todo el inmenso predio y que funcionaba con un ingenioso sistema de compuertas.
Capilla vieja
La otra joya histórica es el Museo de Arte Religioso, o Capilla Vieja, erigida en lo que era el casco de la estancia jesuítica Santa Rosa de Lima, una de las más importantes del valle por 1877 y que cumplía funciones netamente espirituales.
Más allá de su valor arquitectónico, su importancia radica en que fue el núcleo a partir del cual se generó el centro urbano de la localidad.
La historia de la capilla comienza en 1784, cuando el presbítero Vicente Peñaloza, cura vicario de Calamuchita, compra la estancia y hace construir el templo. Con el correr del tiempo y por falta de mantenimiento se deteriora hasta quedar en estado ruinoso. En 1877, el matrimonio Baños, nuevos dueños de la estancia, la reconstruyen y la donan a la curia para que se la designe iglesia parroquial. En 1997 se inaugura su restauración en vísperas de la festividad de Santa Rosa de Lima, patrona de América, con su designación de Museo de Arte Religioso.
No deja de ser menos interesante el Hotel Yporá, cuya construcción comienza en 1938 a pedido de Diego Garzón, quien con visión de futuro aspira a tener un establecimiento hotelero de categoría para alojar a posibles compradores de sus tierras y a un incipiente turismo.
La administración estaba a cargo de un yerno correntino de Garzón que bautizó al hotel como Yporá, vocablo guaraní que significa aguas bellas, debido a la calidad de las aguas minerales que lo abastecen.
En 1940 se inaugura como hostería y a partir de allí se suceden las visitas ilustres. En sus alrededores se filmó la película "La Pródiga" y su protagonista es María Eva Duarte de Perón.
El Yporá cobijó a innumerables personajes que llenaron de historia y leyendas al pueblo de Santa Rosa, entre ellos embajadores europeos y americanos y artistas como el cantante español Angelillo, Mercedes Sosa, Horacio Guaraní, Jaime Dávalos, las hermanas Legrand, Alfredo Alcón, Palito Ortega y Carlos Menem cuando era gobernador de La Rioja.